Ateca, Moros, Villalengua, Torrijo de la Cañada, Bijuesca, Berdejo y Torrelapaja
No hay aventura más sencilla que la de coger nuestro coche o moto y lanzarnos a recorrer una pequeña carretera secundaria, detenernos en los pueblos que nos vamos encontrando, disfrutar de la soledad y de los paisajes que nos regala el camino. Esto es lo que vamos a hacer hoy.
En esta ocasión nos quedamos en la provincia de Zaragoza, en la Comunidad de Calatayud, y avanzaremos junto al río Manubles y su precioso entorno natural. A nuestro paso, irán apareciendo, una tras otra, 7 poblaciones con un rico patrimonio artístico y cultural, por las que pasearemos con calma y que estoy segura que os van a sorprender.
- Qué ver en el Valle del Manubles
- Cómo recorrer los pueblos del Manubles
- Ateca
- Moros
- Villalengua
- Torrijo de la Cañada
- Bijuesca
- Berdejo
- Torrelapaja
Qué ver en el Valle del Manubles
Hoy recorreremos los 39 kilómetros que separan las localidades de Ateca y Torrelapaja, parando en todos los pueblos que nos encontraremos y, además, nos detendremos en el paraje más hermoso y popular que nos regala el río Manubles, el Pozo de los Chorros.
El Manubles nace en Soria y, a los pocos kilómetros, entra en la provincia de Zaragoza. Pertenece a la cuenca del Ebro y es el principal afluente del río Jalón, al que llega desde su margen izquierda en Ateca, inicio de nuestra ruta.
Destaca por la calidad y limpieza de sus aguas, lo que permite que vivan en él muchos peces, incluso alguna especie protegida, como el lobo de río. También es fácil avistar colonias de buitre leonado y otras rapaces en los cañones de su ribera.
Estamos en la Comarca de Calatayud, un territorio con un patrimonio valioso y diverso. Su carácter fronterizo ha dejado en sus localidades templos, palacios, castillos y puentes de diferentes épocas y estilos.
Nos va a sorprender la multitud de estilos artísticos que nos iremos encontrando en los edificios: mudéjar, románico, gótico, renacentista y barroco. Estrechas callejuelas y bellas plazas, casas consistoriales porticadas, puentes de piedra, hermosas torres,… todo en un corto recorrido que te sorprenderá tanto como a nosotros.
Cómo recorrer los pueblos del Manubles
Desde Zaragoza a Ateca, inicio de nuestra ruta, sólo hay poco más de 1 hora de camino por la Autovía A-2, por lo que es un plan perfecto para hacer en un día.
Entre Ateca y Torrelapaja, el último de los pueblos de nuestro road trip, hay tan sólo 42 km. Nosotros emplearemos todo un día para recorrerlos y así para poder parar con calma en cada uno de ellos.
Nosotros hicimos el viaje un día entre semana del mes de marzo, por lo que no encontramos abierto ninguna de las iglesias ni monumentos del camino. Excepto Ateca, población de cierta entidad, se trata de pueblos muy pequeños que no pueden mantener una persona disponible para mostrar su patrimonio todos los días del año. No obstante, si los visitas en fechas como Semana Santa, verano o fines de semana, es posible que ofrezcan alguna visita guiada o puedas conocer el interior de algún edificio. Puedes informarte en la web turística de la Comarca de Calatayud o en sus ayuntamientos y planificar tu visita, creemos que merece la pena.
En cuanto a servicios como alojamiento o restauración, si deseas hacer uso de ellos, infórmate con antelación. Aunque no son abundantes, por supuesto los hay, y dependiendo de la fecha de tu viaje, es mejor contactar previamente con los establecimientos. Nosotros optamos por comer de picnic y te contaremos en qué lugar disfrutar de un rato de relax maravilloso.
Cualquier época del año es perfecta para hacer esta excursión, por supuesto, evitando días de calor excesivo o frío intenso. A nosotros nos encanta hacer este tipo de road trip esos días soleados de invierno, en el que nos abrigamos bien y disfrutamos de la soledad de estos pequeños pueblos.
Ateca
Qué ver en Ateca
Ateca es nuestra primera parada y nada más aparcar vemos a nuestro compañero de viaje hoy, el río Manubles, regalando sus aguas al Jalón, terminando un camino que nosotros estamos comenzando ahora.
Es miércoles y la Plaza de España está llena de puestos de frutas y verduras, es día de mercado. Sobre ellos asoma el Ayuntamiento, de estilo renacentista, con sus ladrillos perfectos y sus grandes arcos que forman una lonja.
En esta localidad, la más grande de todas las que visitaremos, hay Oficina de Turismo, pero hoy no está abierta. Nos informamos en el ayuntamiento y nos dicen que los sábados organizan visitas guiadas a la Iglesia de Santa María y al Centro de Interpretación de la Semana Santa. Comienzan a las 10:30 y cuestan 2€ y recomiendan informarse antes llamando al teléfono de la Oficina de Turismo, 686 71 66 31 o al Ayuntamiento, 976 84 20 05 ext. 3
Ateca forma parte del itinerario turístico del Camino del Cid y teníamos la esperanza de poder sellar nuestro Salvoconducto, pero nos dicen que sólo se hace en la Oficina de Turismo; ya tenemos un par de motivos para regresar.
Nos aventuramos por una de las calles que parten de la plaza, en ascenso y descubrimos poco a poco su urbanismo de calles serpenteantes y casas apiñadas, herencia de su pasado musulmán.
La vista de Ateca está presidida por sus dos torres y pronto nos encontramos bajo una de ellas, la Torre del Reloj , que se construyó en el siglo XVI y supuso una revolución en la organización cotidiana de sus ciudadanos, con un reloj público que sigue marcando el tiempo con precisión.
Se construyó sobre la base de un antiguo torreón y es de estilo mudéjar alternando con decoración renacentista y chapitel del siglo XVIII. Llama la atención su visible inclinación y, a pesar de ello, su estabilidad, ejemplo de la terrible equivocación que supuso el derribo de otras torres similares, como la Torre Nueva de Zaragoza.
El paseo nos lleva hasta la Iglesia de Santa María, con su torre, construida durante el siglo XIII, de dos cuerpos, el primero de planta cuadrada, siguiendo el modelo de alminar almohade, y el segundo, un campanario octogonal barroco. El resultado es una torre bellísima, una de las torres mudéjares más antiguas y bonitas de Aragón.
Muy próximo a la iglesia, en el mismo espolón que domina la población desde lo alto se encuentra el antiguo castillo, hoy rehabilitado como hospedería. De probable origen musulmán (siglo X), es un bastión de grandes dimensiones y lo que hoy se conserva es una construcción carlista del siglo XIX.
El paseo te irá regalando otros edificios de interés y las tres puertas que se conservan de la antigua ciudad fortificada. Una de ellas, el Arco de Ariza está visiblemente inclinada y estuvimos bromeando con la posibilidad de enderezarla tras la fuerza que nos proporcionó el comernos un «Huesito».
Y es que, si por algo es famosa Ateca, es por su tradición chocolatera, heredera de la que iniciaron en el siglo XV los monjes del Monasterio de Piedra, elaborando el primer chocolate de Europa.
En la actualidad hay dos empresas: Valor (antes Chocolates Hueso) y Chocolates Atienza. Sabemos que hoy es posible comprar casi de todo en cualquier parte, pero a nosotros nos hizo ilusión llevarnos nuestros Huesitos y nuestra tableta de chocolate de Atienza comprados en el mismísimo lugar de elaboración, pequeñas cosas que nos hacen felices.
Si cruzas el río por su puente de hierro de aspecto industrial, estarás en el Barrio de San Martín, surgido en el siglo XII tras la reconquista. Es el momento de seguir nuestro camino.
Moros
Qué ver en Moros
Moros ofrece una de las vistas de un conjunto urbano más impactantes de todo Aragón. Su nombre no engaña y su imagen nos recuerda a la de uno de esos pequeños pueblos arcillosos de Marruecos.
Para tener esta imagen, nos acercamos al Mirador de San Blas, indicado por una señal de madera prácticamente a la entrada del pueblo. Andando en 5 minutos llegamos a un fantástico mirador con un panel interpretativo.
Observamos como el casco urbano se sitúa sobre un espolón rocoso y en la parte baja reconocemos a nuestro compañero de aventuras, el río Manubles, regando las huertas. Las casas se aprietan en la ladera soleada, son de tapial y ladrillo, algunas encaladas, con cubiertas de teja árabe… si National Geographic se hubiese pasado por aquí, le hubiera dedicado un artículo de esos que te dejan con ganas de salir corriendo a verlo; no somos la famosa revista, pero te aseguro que es imperdonable ser de Zaragoza y no conocer este pueblo.
Comprobamos con tristeza también los efectos del terrible incendio que se declaró en julio de 2022 y que afectó principalmente a Ateca y Moros, quemando la práctica totalidad de sus términos municipales.
Regresamos al pueblo para perdernos por sus tortuosas calles, con infinidad de pasadizos, escaleras y cuestas que se adaptan al escarpado relieve. Esto sí es un auténtico regreso al pasado, las casas apenas se han modernizado, sus fachadas son altas y estrechas, con ventanas pequeñas, cuyas persianas oímos subir curiosas a nuestro paso, sorprendidos por la presencia de visitantes un día como hoy.
Villalengua
Qué ver en Villalengua
Carretera adelante, se llega a Villalengua. Leemos que esta población perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén o del Hospital, luego de Malta, desde finales del siglo XII hasta el XIX.
El paseo nos lleva a la plaza, donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles tardo gótica de finales del siglo XVI , con portada renacentista y una galería corrida con ventanas de arco de medio.
Asomados a su reja, a ambos lados de la portada leemos dos frases; la de la izquierda dice «La maldición de la madre abrasa y destruye de raíz hijos y casa» y la de la derecha «En la casa del que jura no faltará desventura». Tenemos una colección de frases aleccionadoras y amenazantes en nuestros recorridos por los pueblos de Aragón. Hoy en día nos resultan curiosas y nos encanta su caligrafía, pero tristemente nos recuerdan tiempos en los que se predicaba desde el miedo.
En el centro de la plaza nos llama la atención una elegante fuente ¿os suena su estilo? tiene el inconfundible sello de la Fundición Averly, de Zaragoza. Investigando un poco leemos que fue inaugurada en 1905, tras su donación por el partido conservador de Maura al ganar en el pueblo las elecciones de 1903.
Torrijo de la Cañada
Qué ver en Torrijo de la Cañada
Tras retomar el camino, llegamos a Torrijo de la Cañada, uno de los pueblos que más nos sorprenden.
Comenzamos el paseo por el arrabal sur para obtener una de las imágenes más curiosas de la localidad: su ladera repleta de bodegas excavadas en la roca.
El conjunto de bodegas rupestres de Torrijo de la Cañada ofrece un paisaje muy curioso; hay unas 400 y se tiene constancia de su existencia al menos desde 1707, cuando en su interior se transformaba la uva garnacha en vino o se usaban para almacenarlo.
Para conocerlas de cerca hay una ruta, la Ruta de las Bodegas Rupestres de Torrijo de la Cañada, que parte del centro del pueblo, es sencilla y está indicada con postes que marcan la dirección hacia el cerro y sus bodegas y se completa con paneles explicativos para entender mucho mejor estas curiosas construcciones.
La asociación «Por qué no en Torrijo» es la impulsora de esta y otras acciones para difundir la riqueza patrimonial de Torrijo de la Cañada, como una hermosa iniciativa consistente en una intervención efímera llamada «Un camino de piedras», con retratos de sus vecinos en piedras adheridas a las paredes del pueblo y códigos QR que dan acceso a sus valiosos testimonios.
Os recomiendo seguirles en sus redes sociales porque son muy activos, creativos y tienen un gran sentido del humor, como demuestran en la protesta que están llevando a cabo últimamente para denunciar la precaria cobertura de telefonía móvil que padecen.
Por qué no en Torrijo
Desde el arrabal entramos al pueblo por su cara más bonita, cruzando el puente de sillería y atravesando la curiosa Torre puerta de origen medieval. A pesar de que nos ha acompañado todo el trayecto, por primera vez sentimos muy cerca el curso del Manubles.
Esta puerta torreón formaba parte de la desaparecida muralla que protegía la población y su función era controlar el acceso desde el puente sobre el río Manubles.
Al otro lado, nos encontramos con la Casa Consistorial, construida en el siglo XVI, uno de los edificios mudéjares civiles más interesantes y desconocidos de Aragón, con su hermosa lonja en la parte inferior y su decoración de ladrillo resaltado.
Como estarás comprobando, Torrijo de la Cañada tiene un patrimonio monumental impresionante. Nos acercamos hasta sus dos iglesias, la primera es la de San Juan Bautista, de estilo gótico con portada renacentista.
Leemos sorprendidos que en 1916 resultó muy dañada por una riada que se llevó casas enteras, increíble cuando acabamos de comprobar que el cauce del río hoy apenas levanta un palmo.
Su otro tempo es la iglesia de Nuestra Señora del Hortal, un precioso templo tardo gótico, fechado en el 1500, que destaca al exterior por su torre de piedra y por su portada, una de las más elegantes del gótico aragonés, con relieves tallados. Estuvimos un rato descubriendo animales y figuras entre sus motivos decorativos, cuando vayas, trata de encontrar una sirena, te aseguro que está.
No sabemos si es posible, pero nos hubiera encantado visitar su interior para descubrir las joyas que guarda, entre ellas un órgano maravilloso que espera ser restaurado.
Al lado de esta iglesia, la Cruz del Arenal marca el lugar en el que, según la tradición, fueron martirizados los Santos Félix y Régula, patronos de la localidad. En la fuente del siglo XVII que se sitúa en el recodo de una de las calles del pueblo descubrimos en qué consistió el martirio de los pobres mártires, les vemos sin cabeza, como si hubieran sido víctimas de la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas (aunque en este caso el responsable fue el malvado emperador Daciano).
Bijuesca
Qué ver en Bijuesca
Tras abandonar Torrijo, la carretera transcurre mucho más pegada al río, sentimos su presencia más cerca y muy pronto vamos a cruzarlo de nuevo.
Para ello, justo antes de llegar al siguiente pueblo, hacemos una breve parada. A nuestra izquierda, entre los árboles se encuentra el Puente románico de Bijuesca. Hay que estar atento y circular despacito para no pasárnoslo, ya que la única indicación es una pequeña señal de madera en el sentido de nuestra marcha que apenas se ve. Junto a la carretera, hay espacio para aparcar un par de coches.
Tras cruzar andando el antiguo puente, un poco más adelante, nos encontramos con la caudalosa Fuente de los Caños, renacentista, con 28 caños (o eso contamos nosotros) de los que mana agua constantemente a unos 16 grados.
Junto a ella, el lavadero, sencillito pero con el encanto añadido de la decoración mural, obra de Teatro BoBó, que lo embelleció en 2021 con imágenes de las mujeres que lo usaban, poniendo en valor el patrimonio histórico del pueblo.
Continuamos hasta el pueblo y en la entrada nos encontramos un panel con los puntos de interés del pueblo y la señal «Municipio de la Celtiberia. Territorio de las cuatro culturas» (más tarde volveremos a encontrar otro en Torrelapaja). La verdad es que nosotros desconocíamos esta red de municipios, no se si por nuestra ignorancia, porque es reciente o porque no se le ha dado la debida difusión. Si sabes algo más, cuéntanos en los comentarios.
Hemos pasado el ecuador de nuestro road trip y es el momento de buscar un sitio para comer y Bijuesca es el lugar perfecto, con dos opciones para que escojas la que más te guste.
La carretera pasa junto a la Iglesia parroquial de San Miguel, del siglo XVII, pero con ábside románico. Junto a ella, se encuentra el frontón, el ayuntamiento y el Bar La Antigua Escuela.
Nosotros lo encontramos cerrado y nos dio mucha pena porque habíamos leído muy buenas reseñas en Google. Esperamos poder probarlo la próxima vez y, desde luego, nos parece una opción estupenda para hacer un alto en el camino y reponer fuerzas.
El paseo por Bijuesca debe pasar por la subida a la Ermita Virgen del Castillo, junto a los restos del recinto fortificado de la localidad, que tuvo unas dimensiones considerables y una gran importancia. Y es que estamos en tierras de frontera con Castilla y este territorio protagonizó la defensa de Aragón frente a los castellanos en el siglo XIV.
Ante el contratiempo de encontrar el bar cerrado, como somos «apañadicos», siempre llevamos unos bocadillos por si acaso. En este caso el plan B va a resultar de lujo, porque nos vamos a hacer un picnic a uno de los parajes más bonitos de todo el recorrido, el Pozo de los Chorros.
El Pozo de los Chorros
A la salida del pueblo, se encuentra este precioso lugar que nos regala el río Manubles, junto a un antiguo molino, con una bonita cascada; un sitio donde relajarse con el sonido del agua, escuchar el canto de los pájaros y comer, ya que la zona está habilitada como zona recreativa con mesas y bancos de madera.
A pesar de que hay carteles advirtiendo que el baño está prohibido, aparece en muchos artículos como lugar para hacerlo y así lo recordábamos nosotros cuando hace años nos dejamos caer por aquí un día de un caluroso verano. La verdad es que la imagen que nos da hoy nos gusta mucho más.
Para encontrar el Pozo de los Chorros, debes seguir la carretera dirección Berdejo y a unos 300 m. verás una explanada asfaltada y una casa almacén blanca. Esta es la zona para aparcar y una pequeña señal de madera te indica el inicio de un corto sendero que te lleva hasta la cascada.
Berdejo
Qué ver en Berdejo
Seguimos remontando el río hasta llegar a Berdejo, que de nuevo nos ofrece la panorámica de un castillo en lo alto y la iglesia a su lado.
El paseo necesariamente debe conducir hasta esa parte alta, donde encontramos los restos de su castillo. Junto a él, la Iglesia de San Millán, con su ábside románico, uno de los escasos ejemplos de románico que se conserva en la Comarca de Calatayud. Una reforma realizada en el siglo XVIII adaptó el edificio al gusto barroco y cambió su aspecto.
La transformación del siglo XVIII estuvo motivada por la gran afluencia de peregrinos que venían a visitar el pueblo del santo, fundador del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla y es que en el interior se conserva la pila donde San Millán recibió el bautismo.
A su lado, la antigua Casa Consistorial, una pequeña joya del renacimiento aragonés. Construida en 1598, en su interior hoy está la biblioteca municipal y un pequeño museo dedicado a la escuela del lugar.
El conjunto que forman castillo, iglesia y ayuntamiento es una auténtica preciosidad, está empezando a atardecer y la luz hace todo más bonito si cabe. Disfrutamos de un paseo tranquilo en absoluta soledad ¡Cuánto nos está gustando la ruta de hoy!
Antes de abandonar Berdejo, junto a la carretera, es obligada una parada en el Puente del Molino, un sencillo puente de piedra sillar de un solo ojo; desde él se tienen unas bonitas vistas de la zona que acabamos de visitar.
Torrelapaja
Qué ver en Torrelapaja
La huella de San Millán nos lleva hasta el último de los pueblos de la ruta de hoy, Torrelapaja, a muy pocos kilómetros ya de la provincia de Soria.
¿Dónde nació San Millán? Este santo tan venerado en La Rioja nació, según algunas fuentes, en Torrelapaja, en el año 459, entonces barrio dependiente de Berdejo. Otros aseguran que fue en el mismo Berdejo y que posteriormente buscó retiro en Torrelapaja. En tierras de La Rioja se afirma que lo hizo en Berceo. Lo cierto es que el obispo zaragozano San Braulio fue el responsable de su hagiografía, creando involuntariamente la controversia dada la similitud de los nombres de Berdejo y Berceo en el latín primitivo en que redactó su crónica allá por el siglo VII.
Fue pastor de ovejas hasta sus 20 años cuando partió hacia La Rioja en busca de la espiritualidad. Murió a los 101 años tras una vida de milagros y predicación. Sus reliquias se reparten entre los monasterios de San Millán de la Cogolla y la iglesia de Torrelapaja.
www.comarcacalatayud.com
El paseo por su calle principal nos regala la presencia de sus dos edificios más importantes, ambos declarados Bien de Interés Cultural, aunque veremos que muchas veces estas declaraciones tristemente no contribuyen a su conservación, como podría parecer lógico.
La Iglesia de San Millán tiene aspecto de fortaleza, normal por su situación de frontera, de hecho fue mandada hacer por el rey Juan II de Aragón en 1459 para proteger sus dominios de los ataques castellanos.
Sabemos que en su interior está la capilla barroca, la de la Virgen de Malanca, con una espectacular decoración de yeserías y pinturas murales que nos hubiera encantado ver, pero no nos cruzamos con nadie en el paseo y ni siquiera pudimos preguntar.
En frente, La Casa de San Millán, un magnífico edificio del siglo XVI de transición del gótico al renacimiento, que fue un hospital de peregrinos, muchos de los cuales acudían a venerar las reliquias del santo y a pedir su curación.
Su exterior es sobrio, pero su interior guarda una gran sorpresa, un hermoso patio central de dos pisos con columnas y yeserías decorativas. No pudimos verlo (no más allá de pegar nuestro ojo a la cerradura) y es que en la actualidad está cerrado por su lamentable estado de conservación. Lo dicho, un BIC que exige una restauración urgente. Os dejo una foto de la web turística de la Comarca de Calatayud para que os lamentéis con nosotros.
En la puerta del edificio está clavada la enigmática mano de un oso, algo que nos tuvo pensando unos días sobré qué era eso (hasta abrimos debate en nuestra cuenta de Instagram). Finalmente llegamos a la conclusión de que lo clavaron ahí como señal de protección, algo así como un amuleto, o a modo de exvoto, quizás alguien que se salvó del ataque de un oso.
Nuestra aventura ha llegado a su fin, pero regresamos por otra carretera de esas que tanto nos gustan, empezando ya a soñar con un nuevo recorrido que seguro nos deparará tantas sorpresas como este.
En el blog tienes otros recorridos por pueblos de la Comarca de Calatayud como este De Calatayud a Daroca, excursión por 6 pueblos del Bajo Jiloca
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