DE CALATAYUD A DAROCA, EXCURSIÓN POR 6 PUEBLOS DEL BAJO JILOCA

Paracuellos de Jiloca – Maluenda – Morata de Jiloca – Fuentes de Jiloca – Montón – Villafeliche

A menudo me preguntáis qué ver cerca de Zaragoza en un día, queréis conocer itinerarios de esos que se organizan en 5 minutos y que te cargan las pilas para toda la semana. Este recorrido por 6 pueblos de la provincia de Zaragoza es una de mis respuestas.

Bastará con conducir por una carretera paralela al río Jiloca, cuyo nombre está presente en el topónimo de varios de estos pueblos. Estamos en la Comarca de Calatayud y en el Camino del Cid, siguiendo las huellas literarias e históricas del Cid Campeador, y, de entrada, esto pinta muy bien.

Qué ver entre Calatayud y Daroca

He escogido este título porque seguro que ayuda a que te sitúes. Tanto Calatayud como Daroca son pueblos llenos de atractivos y su visita es imprescindible, pero hoy no voy a hablar de ellos, sino de 6 pequeñas poblaciones situadas entre ambos y mucho menos conocidas.

Vamos a recorrer el valle bajo del Jiloca, poco antes de que este río desemboque en el Jalón, atravesaremos el típico paisaje de ribera: una franja verde con huertas y árboles frutales.

Debido a su rica historia, esta zona posee un patrimonio, diverso y valioso, nos esperan restos de castillos islámicos, casas palacio, iglesias y lugares menos habituales, como molinos de pólvora.

El mudéjar es el estilo predominante, pero encontramos también ejemplos destacables de los demás estilos artísticos. Las localidades de Maluenda, Morata de Jiloca y Villafeliche están dentro de Territorio Mudéjar, una asociación de ayuntamientos con un importante patrimonio mudéjar cuyo objetivo es estudiar, difundir, valorar y conservar este estilo artístico tan único y, a la vez, tan nuestro.

Vista de Villafeliche desde su antigua estación de tren

Estamos también en el Camino del Cid, un itinerario turístico cultural que sigue las huellas literarias e históricas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, famoso caballero medieval del siglo XI.

Tres localidades de nuestra ruta de hoy son punto de sellado del salvoconducto: Paracuellos de Jiloca, Maluenda y Villafeliche. Sellarlo cada vez que visitamos una de las localidades incluídas en el Camino es algo que a nosotros, personalmente, nos encanta ¿Sabes lo que es? Te lo cuento a continuación.

El salvoconducto es la credencial donde el viajero estampa los sellos de las distintas poblaciones por las que pasa. El salvoconducto recuerda al documento que durante la Edad Media se utilizaba para asegurar el paso libre y seguro de viajeros y mercancías. De modo alegórico, el Cid concede ahora ese paso seguro a los viajeros del siglo XXI a lo largo de todo el Camino.

https://www.caminodelcid.org/info-viaje/salvoconducto/

Aunque, como verás, la oferta es muy interesante, también es el lugar ideal si amas la tranquilidad y huyes de las masificaciones, ya que es una zona aún poco conocida.

Cómo recorrer el Valle bajo del Jiloca

Tan sólo 17 minutos en coche separan Paracuellos de Jiloca de Villafeliche, los pueblos que están en los extremos de la carretera N-234, pero nosotros emplearemos un día entero para disfrutar de todo lo que este corto trayecto nos ofrece.

Llegar desde Zaragoza a Paracuellos de Jiloca sólo nos lleva 50 minutos por la A-2, nosotros empezaremos desde aquí el recorrido pero puedes hacerlo a la inversa perfectamente.

Aunque es una propuesta viajera perfecta para hacer en un día y volver a casa, dormir en alguno de los alojamientos de la zona siempre será un placer añadido.

Paracuellos de Jiloca

Paracuellos de Jiloca

Qué ver en Paracuellos de Jiloca

Paracuellos se encarama en la ladera a los pies de un antiguo castillo musulmán. Es en el solar que ocupaba este castillo donde hoy se ubica la iglesia parroquial dedicada a San Miguel.

En su interior hay un magnífico retablo renacentista que conserva sus puertas, pintadas por el italiano Pietro Morone. El artista estaba a la última de lo que se hacía en Italia, había visto la recién acabada Capilla Sixtina y le sirvió como modelo para alguna de las escenas que pintó en estas puertas.

Pero, sobre todo, la localidad es conocida por su Balneario, el más antiguo de Aragón, construido en 1848 y famoso por la calidad de sus aguas sulfuradas y la belleza de su Hotel y su entorno.

El Balneario de Paracuellos de Jiloca es nuestra propuesta si quieres hacer una noche en la zona, no se nos ocurre un lugar mejor para descansar y disfrutar del relax, además, su situación es perfecta para conocer los pueblos del valle.

Aunque no te alojes aquí, comienza la ruta tomando un café en su terraza, tan sólo con esto ya notarás el sabor a antaño y la paz que desprende el lugar.

Balneario de Paracuellos

Maluenda

Qué ver en Maluenda

Llegamos al más monumental de los pueblos que recorreremos hoy, tanto que hasta sus contenedores de basura están camuflados con bonitas imágenes de los monumentos del pueblo, una idea genial.

Desde este extremo del pueblo, accedemos a la calle Mayor por un arco, vestigio de la muralla que protegía la ciudad. Una vez atravesado, no olvides girarte, te encontrarás con una balconada de madera tallada en el siglo XVII y su escudo de alabastro; como amante de las ventanas, me dejó alucinada con su belleza, aunque se agradecería que se invirtiera en su restauración.

Pronto llegamos a la Iglesia de Santa María, mudéjar, de los siglos XIV-XV.

Este templo sufrió un devastador incendio en el año 1942 en el que se perdió toda la decoración original de yeso así como algunos retablos, pero, por suerte, se salvó la espectacular techumbre mudéjar de madera policromada.

Detrás de esta iglesia, en lo alto, los restos del castillo de tapial del siglo IX y de su torre albarrana, conocida como el Palomar, recientemente restaurada por iniciativa privada.

Iglesia de Santa María

Desde la calle mayor, observarás también la Iglesia de San Miguel, del siglo XV, hoy en ruinas.

Ruinas de la Iglesia de San Miguel

Todavía debemos seguir hasta llegar a la tercera de las iglesias, la de las Santas Justa y Rufina, que hoy alberga el espacio Domingo Ram, un lugar interpretativo de la pintura gótica de la Comarca de Calatayud, dedicado al autor del retablo mayor y artista que vivió en Maluenda en el siglo XV.

Esta iglesia es un buen ejemplo del estilo mudéjar, con un bello interior, un púlpito en filigrana de yeso, una cripta, maravillosos retablos,… otra de las joyas del patrimonio maluendano.

Pero Maluenda aún guarda una sorpresa y, si eres tan goloso como nosotros, te va a encantar.

En una bocacalle de la carretera que atraviesa el pueblo (la calle Santa Teresa de Jesús) vemos unos carteles que indican «Obrador San José, Carmelitas Descalzas«. Si lo seguimos, en pocos metros estaremos en la entrada del convento y podremos comprar cualquiera de los dulces que elaboran de forma totalmente artesanal entre 26 variedades: roscos de anís, sultanas, pastas de café, roscos de vino, almendradas, palitos de hojaldre, empanadillas, manoletes, rosquillas de almendra, yemas, morenitos,… Lo difícil es decidirse.

En este convento todavía se conserva la clausura y la experiencia de tocar la campana para que te atiendan y ver aparecer tus pastas a través del torno tiene su encanto, además de que te aseguro que están riquísimas.

Morata de Jiloca

Qué ver en Morata de Jiloca

Morata es el único de los pueblos de la ruta que no encontramos junto a la carretera (llegamos en pocos minutos tras tomar el desvío) y, quizás por ello, en el que el entorno natural está mas presente.

Cerca del pueblo encontramos las cárcavas de Morata de Jiloca, un paraje en el que la erosión ha creado caprichosas formas en la roca. Se puede llegar a ellas a través de un sencillo sendero que conduce hasta un mirador natural desde donde contemplarlas en todo su esplendor.

Al inicio de la calle Mesón, junto a la carretera de Morata, se ha colocado un mapa de cerámica del pueblo con los puntos de interés; no se si os lo he dicho ya, pero me encantan estos planos, son lo contrario a los hoy omnipresentes QR, pero, en mi opinión, mucho más bonitos y atractivos.

Nuestro paseo nos conduce irremediablemente a la plaza y, de repente, estamos ante una de las fachadas más hermosas del mudéjar aragonés, la de la Iglesia de San Martín de Tours. Da igual las veces que hayas visto una foto de esta fachada, la sorpresa está garantizada.

Llama la atención la estructura de este templo, con una nave más ancha y mucho más baja que la de las otras iglesias mudéjares de Aragón, pero lo más llamativo es su fachada, un gran tapiz decorado a base de ladrillo resaltado y cerámica polícroma en blanco y azul oscuro que recuerda al de la Seo de Zaragoza. En medio de todo ello, su portada, con patrones góticos pero maravillosamente reinterpretada por el mudéjar.

Fachada mudéjar de la Iglesia de San martín de Tours, Morata de Jiloca

En la plaza no faltan detalles curiosos, como un par de inscripciones, la primera de ellas en una de las fachadas de la iglesia y la otra en una de las casas de la plaza, en ellas se puede leer: «De toda palabra ociosa se dará cuenta rigurosa» (tremenda amenaza para que nos portemos bien) y «Que mucho lo de allá Que poco lo de acá», algo más ambigua.

Preguntamos sobre su origen a un señor muy mayor del pueblo que nos dijo «Buhhh, son muy antiguas, de cuando la guerra», pero yo creo que aún lo son más.

Inscripción en la fachada de una casa frente a la Iglesia de San Martín de Tours, Morata de Jiloca

En la parte alta del pueblo, llama la atención un enorme edificio de color rojizo, es el Palacio Costea, una joya del renacimiento aragonés del siglo XVI, con una galería de 25 arcos y un torreón, otra maravilla.

Casa palacio Costea, Morata de Jiloca

En su término municipal existen dos ermitas, la Ermita de la Veracruz y la Ermita de la Virgen de Alcarraz, hasta esta última nos acercamos para descansar y, desde ella, se tiene también una vista diferente de las cárcavas.

Fuentes de Jiloca

Qué ver en Fuentes de Jiloca

Para mí, este pueblo fue una de las sorpresas de la ruta, mucho menos conocido que sus poblaciones vecinas y no menos bonito.

Impacta la estampa de las casas del pueblo arremolinándose en la ladera y su iglesia en lo más alto, enseguida comprendes que va a tocar subir cuestas, y muy empinadas, para llegar a la Iglesia de la Asunción de la Virgen, merece la pena.

La iglesia de la Asunción, uno de esas construcciones de planta de salón que se pusieron de moda en el siglo XVI y de las que en Aragón tenemos ejemplos espectaculares (la Seo de Zaragoza, sin ir más lejos).

Iglesia de la Asunción de la Virgen, Fuentes de Jiloca

Tuvimos la suerte de encontrarla abierta y observar, entre otras cosas, algunos de los escasos ejemplos conocidos de “vidrieras” de alabastro (placas de alabastro pintadas para imitar, de una forma mucho más barata, las vidrieras hechas con vidrio emplomado). Bajo el subsuelo del municipio se encuentra uno de los mayores yacimientos de alabastro de Aragón. De estas canteras se extrajeron los materiales para la construcción de varios retablos y portadas, entre ellas la impresionante portada de la iglesia de Santa María de Calatayud en el siglo XVI.

En el paseo por sus calles no faltan las fuentes, haciendo honor al nombre de la población.

Callejeando por Fuentes de Jiloca

Montón

Qué ver en Montón

Montón es el siguiente pueblo de la ruta, una localidad a la que tengo un cariño especial ya que, en mi etapa como restauradora, estuve trabajando en una de las capillas de su iglesia.

Una muralla de piedra de sillería delimita el casco y, al llegar, vemos uno de sus torreones. Se accede al interior por la Puerta de Calatayud, un arco dedicado a la Inmaculada.

También podemos entrar desde la Plaza Nueva, en este caso atravesando la Puerta de San Roque, con un gracioso oratorio dedicado a este santo.

En el centro de la población, La Iglesia de la Purísima Concepción, templo gótico de finales del siglo XV con reformas entre los siglos XVI y XVIII.

Villafeliche

Qué ver en Villafeliche

Hemos llegado al final de nuestro recorrido, pero esto no ha terminado, Villafeliche tiene un muchos lugares interesantes por conocer.

Dejamos el coche a la entrada del pueblo y enseguida vemos una curiosa fachada cubierta de pequeñas vasijas de barro, es uno de los pocos alfareros que hoy mantienen su actividad de los muchos que hubo en el pasado, su tradición alfarera se remonta al siglo XV y se sabe que era el mayor proveedor de ollas de la comarca.

El «Tío Puchericos», alfarero de Villafeliche

Una calle larga, estrecha y sinuosa atraviesa la población y, en ella, las casas construidas muy juntas, el urbanismo herencia de su pasado musulmán.

En la Plaza de la Iglesia se levanta el Ayuntamiento junto a la iglesia parroquial, la Iglesia de San Miguel, de finales del siglo XVII. Aquí encontramos también el bar del pueblo, que siempre hemos encontrado abierto cuando hemos venido y que guarda la llave de uno de los lugares más interesantes del pueblo, como pronto te contaré.

En un ángulo de esta plaza, uno de los dos monumentos que recuerdan a los oficios tradicionales de la localidad, en este caso el Homenaje al alfarero.

Siguiendo el paseo, llegamos a la Plaza Mayor y, en uno de sus extremos, el Monumento a los molinos de pólvora, base fundamental de la economía de esta localidad durante los siglos XVI al XIX.

«Arde mejor que la pólvora de Villafeliche», este dicho popular difundió el nombre del municipio zaragozano, conocido también como «el pueblo de la pólvora». Prueba de ello es que en el año 1764 había en funcionamiento 165 molinos polvoreros y en el año 1800 unos 200. El conjunto formaba las Reales Fábricas de Pólvora.

Tras cumplir un papel fundamental en los Sitios de Zaragoza, en 1830 el rey Fernando VII cerró sus Reales Fábricas, y sumió a Villafeliche en una paulatina decadencia. Durante más de un siglo numerosos vecinos continuaron este negocio de forma clandestina hasta que en 1964 dejó de funcionar el último de sus molinos.

Centro de Interpretación de la pólvora

Hoy aquí ya no se fabrica pólvora, pero el Ayuntamiento decidió restaurar uno de esos molinos y podemos visitarlo, es lo que se conoce como Centro de Interpretación de la pólvora. El recorrido hasta él es sencillo y, además de ver el molino, con el apoyo de paneles explicativos, entenderemos muy bien la importancia de esta industria y el proceso de fabricación de la pólvora.

Cómo visitar el Centro de Interpretación de la pólvora de Villafeliche

Molino de pólvora de Villafeliche

Se puede llegar a través de un sencillo recorrido que parte del centro del pueblo y está señalizado.

En el bar del pueblo, en la plaza de la iglesia, guardan la llave, si la pedís, os la darán muy amables. Desde esta misma plaza, siguiendo unos pocos metros por la calle mayor, vemos una calle que desciende hacia la vega del río Jiloca y el primer cartel que nos señala la dirección. A partir de aquí, cada vez que haya una bifurcación, nos encontraremos con estos carteles de color verde que nos indicarán la dirección a seguir.

Postes de ruta hacia los molinos de pólvora

Nosotros hicimos el camino andando y, salvo días clima adverso, es muy agradable, son unos 3 km. Si quieres, puedes acercarte en coche prácticamente hasta el molino (sólo el último tramo es una senda estrecha y hay que hacerlo andando), es un camino de tierra en buen estado.

El paseo transcurre por la vega del Jiloca y, desde aquí se tienen las mejores vistas de la localidad, con los restos del castillo de origen árabe en lo alto. Pasamos junto a un mural de arte urbano y la ermita barroca de San Roque.

Más adelante, tras atravesar el río por un pequeño puente, nos encontramos con un panel que nos informa que hemos llegado al punto donde estaba el control de acceso a las fábricas de pólvora. Un pequeño plano nos indica que a la derecha está un antiguo molino harinero, nosotros debemos seguir por el camino de la izquierda.

Llegamos al único molino de pólvora restaurado, en el exterior un cartel nos explica su historia, en el interior encontraremos más paneles y la curiosa maquinaria. Como advertencia decir que el interior del molino no es accesible para personas con dificultad de movilidad, ya que hay que bajar un tramo de escaleras entre unos muros estrechos

Recuerda cerrar la puerta tras la visita y devolver la llave en el bar.

Si quieres descansar un rato o incluso hacer un picnic, junto a la antigua estación de tren de Villafeliche existe un merendero con alguna mesa de madera y unas vistas fantásticas del pueblo.

Hasta aquí nuestro recorrido por estos cuatro pueblos de la provincia de Zaragoza, deseo que te hayan sorprendido tanto como a nosotros y te animes a conocerlos, espero tus comentarios.

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