SAN MARTÍN DE LA BAL D´ONSERA

Una ermita inimaginable en uno de los parajes más recónditos de la Sierra de Guara

Si me has leído ya en alguna ocasión, sabes lo mucho que me gusta la Sierra de Guara, lo suficientemente cerca de Zaragoza como para acercarse en el día y tan tremendamente bella y variada para hacer que vuelva a casa con un subidón de energía de los buenos. Pues bien, el recorrido de hoy es uno de los imprescindibles del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, un trayecto por parajes espectaculares que, como colofón, nos lleva hasta una de las ermitas más antiguas de Aragón.

Cómo llegar: el parking desde el que iniciaremos la ruta está junto a la población de San Julián de Banzo, a tan sólo 18 km. de Huesca capital. Se toma la N-240 y se coge el desvío a Loporzano, tras pasar este pueblo, debemos seguir las indicaciones a Barluenga, Chibluco y San Julián de Banzo. Al llegar a la altura de este último, y sin entrar en él, seguimos por la misma carretera unos cinco minutos hasta que encontremos un cartel que ya nos señala «San Martín de la Bal d´Onsera», un camino nos llevará al parking en unos pocos metros.

Encontrarás aquí unos carteles con el mapa de ruta, indicaciones sobre el sendero y recomendaciones importantes. Según el cartel (y nosotros constatamos que es así) el tiempo estimado del recorrido es de 4 horas 30 minutos (ida y vuelta), pero ten en cuenta que esto es sin hacer paradas, algo que te será imposible, vas a recorrer uno de los senderos más bonitos de Aragón y, creeme, querrás detenerte más de una vez para contemplarlo, hacer alguna foto o reponer fuerzas.

En cuanto a la dificultad, podemos calificarlo de dificultad media. Nosotros no somos grandes deportistas, pero estamos acostumbrados a andar por el monte y no lo recomendamos para personas que no lo estén o tengan vértigo. Tampoco para hacer con niños, no es de una dificultad extrema, pero «tiene su aquel», ya verás.

No debes preocuparte por la orientación, el camino está marcado en su mayor parte con la pintura roja y blanca del GR 1 y con señalización de sendero S6 del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara cada vez que hay una bifurcación dudosa.

Nosotros lo hicimos en otoño, para mí, la época perfecta. Siempre evitamos el verano para grandes caminatas, pero si es la única época en la que puedes acercarte, no lo descartes, ya que gran parte del recorrido discurre por la sombra, eso sí asegúrate de que no sea uno de esos días de temperaturas extremas, calcula bien las horas y lleva crema solar.

Parking al inicio de la ruta y carteles explicativos

El camino comienza por una senda que mostrará frente a ti el Salto de Roldán, a la izquierda, y «las alpargatas», a la derecha, curiosas formaciones calcáreas que recuerdan varias alpargatas asomando del terreno.

Muy pronto nos adentramos en el lecho pedregoso del barranco de San Martín, un cauce seco por el que es una gozada caminar. Es un paso más o menos estrecho, entre paredes de conglomerado modeladas en el pasado por el cauce de un río, las curvas de aspecto pulido que van formando son una preciosidad.

Transcurrida una media hora, una señal nos indica que debemos abandonar este cauce y tomar una senda que nace a la derecha y que no es otra cosa que un afluente, también seco, del río anterior. Esta senda nos llevará, entre arbustos y carrascas, hasta una zona más húmeda, donde verás discurrir algo de agua llamada la Fuente de la Puerta del Cierzo. Siguiendo el camino llegamos a la llamada Puerta del cierzo, un estrechamiento formado por dos altas rocas. Si no hemos hecho paradas, llegar hasta aquí nos habrá llevado 1 hora.

A partir de aquí, la pendiente comienza a ser considerable, cómoda pero sin descanso. Para algunas personas, esta puede ser una de las dificultades de la ruta: un ascenso constante y largo, eso sí, en medio de un frondoso bosque alucinante, siendo así ¿cómo no vas a ser capaz de subir con ánimo?

El ascenso se hace por un bosque de carrascas y bojes

Poco tardamos en llegar a un abrigo de roca ennegrecido que los pastores debieron usar como refugio y que, muchos más años atrás, albergó un asentamiento Neolítico.

Un poco más adelante nos encontramos el enclave más curioso de la ruta: una antigua placa de cerámica recuerda que Alberto Lacasa y López, vecino de Barluenga, murió con 20 años, a mediados del siglo XIX, en este lugar al agarrarse a un peñasco que se desprendió. Imagino yo a sus apenados padres encargando la preciosa placa y encomendando a alguien que subiera días después a colocarla justo en el lugar de la muerte de su hijo y se me ponen los pelos de punta.

Hemos llegado al punto que más conflicto os puede generar en la ruta. A día de hoy, y así lo encontraréis en la mayoría de las webs (incluida la Red de Senderos Turísticos de Aragón, a quienes hemos enviado ya un mensaje), se ofrece al senderista dos opciones: la vía de la izquierda, conocida como el paso de la Viñeta es señalada como más rápida y recomendada en la mayoría de los casos; la otra opción es seguir por la vía de la derecha, conocida como Senda de los burros, más larga pero más segura. Al respecto debemos advertir que el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara dice lo siguiente: «Las dos alternativas que se presentan conducen al Collado de San Salvador, siendo la del paso de la Viñeta peligrosa y poco recomendable (…), por lo que el Parque Natural ha eliminado este paso de la red de senderos»

Como veis en la foto que os pongo a continuación, si hacéis caso a la señalización del sendero S6, seguiréis por la Senda de los burros ya que se ha eliminado cualquier marca que indique la otra posibilidad y se advierte de la peligrosidad del paso de la Viñeta. Así lo hicimos nosotros, que somos aventureros pero no temerarios. La señal nos indica que nos queda 1 km. hasta el Collado de San Salvador y 1,4 km. hasta la Ermita de San Martín de la Bal d´Onsera.

Punto exacto donde está la placa necrológica y la bifurcación entre el paso de la Viñeta y la senda de los burros. Nuestra recomendación es seguir la señalización del sendero.

El camino sigue ascendiendo y serpenteando entre el bosque y sólo hay un punto donde se abre y te permite admirar el alucinante paisaje que estamos recorriendo, adivinando casi por dónde han transcurrido nuestros pasos hasta aquí.

Vistas desde la Senda de los burros
Llegando al Collado de San Salvador

Llegamos por fin al collado de San Salvador, el punto más alto de todo el recorrido y situado a 1150 m. de altitud. Un espectáculo para los sentidos y desde el que tenemos unas magníficas vistas sobre el barranco de San Martín y de sus impresionantes paredes de roca.

Collado de San Salvador

Si, como nosotros, eres de los que no sólo recorre el camino, sino que le gusta disfrutarlo, te recomiendo incluir en el cálculo de tiempo de ruta una parada en esta zona. Además, si te gusta observar aves, en las paredes que tienes ante ti habita una importante colonia de buitres leonados, recuerda llevar los prismáticos.

Observando los buitres desde el collado de San Salvador

Desde aquí, nos queda descender al fondo del barranco para alcanzar la Ermita, que no es visible hasta estar prácticamente junto a ella y que, en algún momento, llegas a pensar que no existe. El descenso se inicia por una senda, pero pronto lo que nos encontramos son grandes suelos de roca con una pendiente considerable. Este tramo está acondicionado con cables a los que te puedes ir agarrando y, salvo que sufras de vértigo, vas a disfrutar como un loco con la bajada, que tan sólo te llevará unos 10 minutos.

Una vez en el fondo del barranco, sólo nos queda caminar unos cientos de metros por el fondo del mismo. El paisaje es absolutamente salvaje: rodeado de una espesa vegetación, abrumado por la altura de los impresionantes paredones de piedra y con los buitres sobrevolando tu cabeza.

Y finalmente llegamos hasta el santuario, la ermita rupestre se encuentra en un singular circo de roca, junto a una cascada de más de 30 metros. El paisaje es espectacular y el momento mágico ya que, al llegar, nos encontramos un rebaño de cabras salvajes que, lejos de asustarse, nos acompañaron un buen rato. Y no es la primera vez que hoy vemos cabras, varias veces a lo largo del trayecto su fuerte olor las delataba y ahí aparecían, bien cerca, muchas veces en el camino mismo.

San Martín de la Bal d´Onsera fue un importante monasterio de la alta edad media que gestionaba la vida de otros monasterios de la zona, como San Ginés de Isarre, San Pedro de Antefuenzo o San Úrbez de Nocito.

Este fue un monasterio masculino hasta mediados del siglo XII, después pasó a ser utilizado por monjas hasta que en el año 1572 lo abandonaron, dejando a un ermitaño al cuidado del edificio. En 1640 se realizaron obras de mejora y el edificio se conservó en buen estado hasta que fue saqueado en los años de la Guerra Civil.

Se cree que en San Martín de la Bal d´Onsera estuvo San Úrbez dedicado a la vida eremítica, además, el enclave estuvo relacionado durante la Edad Media con el mito de la fecundidad ya que acudían a él reyes y nobles aragoneses en busca de descendencia.

Los vecinos de los pueblos cercanos aún realizan anualmente la tradicional romería a San Martín, el último domingo de mayo.

Onsera: ¿de dónde viene el nombre? Cuenta la leyenda que existió un «home grandizo» en un lugar llamado la Val d´Onsera. Dicen de él que caminaba acompañado de un enorme oso. Puede ser que este fantástico personaje hubiera habitado junto al santuario de San Martín, pasando a llamarse San Martín de la Val d´Onsera.

Otra posibilidad es que el valle se llame de la Osera, pues es seguro que no hace muchos años estos animales, los oso, que tan abundantes fueron en Aragón, eligieran este agreste y escondido paraje para habitar.

Es posible acceder al interior, un espacio hoy diáfano donde hay un pequeño altar. También se puede subir hasta el habitáculo donde cuelga una campana. Lo primero que pensé es en el esfuerzo de cargar una campana hasta aquí, aunque fuera sobre un burro y al momento me di cuenta de que mi ocurrencia era un tontería y que, desde nuestra óptica actual, es imposible hacerse una idea de lo que debía ser la vida monástica en un lugar como este en un momento histórico tan diferente como la Edad Media.

Lo que sí se percibe es la magia del lugar, un enclave difícil de imaginar, donde la orografía, la vegetación, la fauna y la mano del hombre han formado un equilibrio maravilloso y espectacular.

¿Qué ver cerca de San Martín de la Bal d´Onsera?

Para llegar al inicio de la ruta hemos pasado por Barluenga y en esta localidad encontramos la Ermita de San Miguel. Situada en el recinto del pequeño cementerio del pueblo y con un exterior sencillo de estilo románico tardío, la sorpresa viene cuando entramos y contemplamos las pinturas de estilo gótico lineal. En verano es posible visitarlas con guía dentro del programa «Puertas abiertas en la Hoya de Huesca». Podéis echar un vistazo al artículo Un día de puertas abiertas por la Hoya de Huesca: Quicena, Barluenga, Castilbás y Loporzano donde, además de conocer estas pinturas, te descubro lugares cercanos que bien merecen una visita.

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