QUÉ HACER EN CABO DE GATA SI NO TIENES EL DÍA PLAYERO

Ideas y lugares para visitar en Cabo de Gata que te enamorarán tanto como sus playas

El Cortijo del Fraile, escenario de Bodas de Sangre
El Cortijo del Fraile, escenario de Bodas de Sangre

Si algo te cautiva en Cabo de Gata, sin duda, son sus playas; calas recónditas, playas paradisíacas, formaciones volcánicas y espectaculares fondos marinos que ya son motivo suficiente para acercarse a este Parque Natural almeriense. Si quieres saber cuáles son mis favoritas, qué las hace especiales o cómo llegar, puedes leer Las calas y playas más alucinantes de Cabo de Gata.

Pero aquí hay mucho más que ver y que hacer además de ir a la playa, planes para un día de fuerte viento (que los hay), para los días más allá del verano o, simplemente, para un día en el que no te levantes con ganas de playa, en definitiva, posibilidades para conocer mejor este territorio y exprimirlo a fondo ¡vamos allá!

  1. Conocer el Faro de Cabo de Gata y el Arrecife de las sirenas
  2. Hacer senderismo por el Cabo de Gata: el sendero de Vela Blanca
  3. Ver el mar desde los miradores de Cabo de Gata
  4. Visitar sus pueblos
  5. Conocer la trágica historia del Cortijo del Fraile
  6. Visitar las minas de oro de Rodalquilar
  7. Ver sus molinos de viento y sus construcciones hidraúlicas
  8. Hacer una sesión de fotos en Los Escullos
  9. Buscar escenarios de películas en Los Albaricoques

1. Conocer el Faro de Cabo de Gata y el Arrecife de las Sirenas

Foro de Cabo de Gata

Es una visita que no puedes eludir, yo diría que este es el auténtico corazón del Parque Natural y perdérselo sería como perderse su esencia. El faro, de hecho, está construido en el punto geográfico exacto donde se emplaza el cabo y podrás decir que estás en la parte más oriental del sur de la Península.

El faro que hay hoy se construyó en 1863 sobre las ruinas del castillo de San Francisco de Paula, que formaba parte de la batería de defensa marítima existente en la costa almeriense y que fue destruido durante la Guerra de la Independencia. Está sobre un acantilado de 50 metros y su torre tiene una altura de 18 metros; sus destellos son visibles a unos 45 kilómetros y los días de niebla una sirena se activa avisando a los barcos de su presencia. Fue construido como aviso a navegantes de la presencia de la peligrosa Laja del Cabo, un arrecife que se encuentra a una milla marítima dentro del mar frente al faro y que ha sido el causante de numerosos naufragios durante toda la historia.

Faro del Cabo de Gata

Desde el mirador del faro ya vemos parte del Arrecife de las Sirenas y puedes llegar a él andando en un momento. Es uno de los lugares más emblemáticos, visitados y fotografiados del parque (seguro que has visto alguna foto en Instagram como la que nos hicimos nosotros), y no nos extraña en absoluto, tiene un encanto especial, con los raíles oxidados que ayudaban a llegar al mar las barcas de pescadores y esas formaciones rocosas oscuras asomando del intenso mar azul.

En realidad, es un conjunto de isletas, escollos y pozas excavadas en la base de los acantilados que, hasta mediados del siglo XX, debió ser refugio de la última colonia de foca monje que habitaba estas costas. Cuenta la leyenda que el nombre se lo dieron los marineros cuando las avistaban, ya que sus sonidos les recordaban a los cantos de aquellos seres mitológicos.

Qué hacer cerca del Faro de Cabo de Gata:

  • Justo al lado del Faro, tenemos la Playa de Corralete, con 400 metros de arena fina justo donde empieza la zona de Máxima Protección Medioambiental y Reserva Marina Integral, por lo que los fondos marinos son un espectáculo y un sitio ideal para practicar snorkel.
Playa del Corralete junto al Faro de Cabo de Gata
  • Las esclusas de las Salinas de Cabo de Gata son un lugar curioso y muy cercano a la zona del cabo. Tras llegar a La Fabriquilla, en la rotonda tomamos la carretera que lleva al Faro y a poco más de 1 kilómetro, junto a la carretera verás un ensanche de tierra donde dejar el coche y un camino que baja hasta esta especie de piscinas artificiales. A pesar de estar en una zona tan famosa, es un lugar poco conocido y desde el que se tienen unas estupendas vistas de la playa de las Salinas.
Las esclusas de Cabo de Gata

Las esclusas son una serie de balsas artificiales que están unos metros sobre el nivel del mar. Se utilizan para llenarlas de agua marina con unos motores y después, por efecto de la gravedad, el agua sigue por una canalización hasta desembocar en las salinas del Cabo de Gata, a unos 1500 metros de este espacio. No es extraño ver gente bañarse en ellas, aunque, para mí, teniendo mar abierto y varias playas maravillosas cerca, ese no es su principal encanto.

  • Para llegar al Faro y sus alrededores habrás tenido que recorrer los 5 km. de carretera recta y estrecha que discurre con el mar y la Playa de las Salinas por la derecha. A la izquierda, un montón de atractivos: la Albufera y sus puntos de observación de aves, la pintoresca Iglesia de las Salinas y sus inolvidables atardeceres y las casas de la Almadraba de Monteleva con su pasado pesquero y salinero.
La Playa de la Salinas con la Iglesia al fondo
  •  A menos de 3 km del Faro de Cabo de Gata tienes dos playas imprescindibles y, en su caso, no es necesario que sea verano para que merezca la pena acercarse a ellas: Cala Rajá y Cala Arena. Su ubicación es privilegiada, pues se encuentran entre la zona de especial protección marina de la Punta de Cabo de Gata y el Cerro del Vela Blanca, zona de especial protección terrestre. En ellas disfrutarás del espectacular relieve que las rodea con dunas fósiles, la curiosa formación conocida como «el dedo de Dios», disyunciones columnares o el impresionante Domo de Vela blanca. Te cuento cómo llegar y otros detalles en el artículo Las calas y playas más alucinantes de Cabo de Gata
Panorámica de Cala Rajá

2. Hacer senderismo por el Cabo de Gata: el sendero de Vela Blanca

Vistas desde los acantilados del sendero de Vela Blanca

Para los amantes del senderismo, el parque natural tiene una amplia oferta de
senderos señalizados. En cabogatalmeria.com tienes 15 rutas senderistas con fichas descargables muy claras y con información útil. Como muestra, yo te voy a contar el que hicimos nosotros, la verdad, no me importaría vivir allí una temporada para completar los 15 itinerarios.

El sendero de Vela Blanca es un itinerario lineal de 3,4 km de longitud (1 h. y 30 min. sólo ida) que se hace por una pista y de baja dificultad. Al ser lineal, lo puedes hacer partiendo del extremo que quieras: del parking de Mónsul o del Cerro de Vela Blanca. Nosotros lo hicimos desde Mónsul y, en este caso, te recuerdo que en verano el parking de esta playa tiene límite de aforo y es uno de los primeros que se llena, toca madrugar, más aún si te digo que en todo el trayecto apenas hay sombra y debemos evitar las horas de mayor insolación para disfrutarlo.

Si queremos hacerlo desde el otro extremo, debemos llegar hasta el parking de Cala Rajá, allí encontramos una barrera (cuando estuvimos nosotros siempre estaba levantada) que nos permite emprender el ascenso con el coche por una serpenteante y estrecha carretera. Podrás llegar hasta un pequeño parking sobre el Cerro de Vela Blanca, donde hay paneles con información de la ruta y de la zona.

Carretera de acceso al Cerro de Vela Blanca junto a Cala Rajá

Este sendero iba a ser inicialmente una carretera litoral pero, afortunadamente, el proyecto fue desechado por causas medioambientales, quedando sólo para bicis o peatones, cuando lo recorres da escalofríos pensar qué hubiera pasado si se hubiera llevado a cabo el proyecto.

El sendero trascurre gran parte del tiempo junto a imponentes acantilados y barranqueras, con la vegetación típica del terreno y pasando cerca de sucesivas calas, algunas de difícil acceso. En unos 250 m. desde el inicio del camino pasamos el desvío que nos llevaría a la Playa de la Media Luna. En otros 800 m. haremos una curva atravesando el Barranco del Mónsul, de donde sale el camino a Cala Carbón, cuyo roquedo tiene su origen en coladas de lava bruscamente enfriadas al entrar en contacto con el agua. Merece la pena desviarse un momento para ver esta pequeña cala formada por bolos de piedra.

Barranco por el que se llega a Cala Carbón
Cala Carbón

Tras regresar al camino, continuamos nuestro ascenso hasta que divisamos, hacia poniente, la punta de la Vela Blanca, allá abajo en el mar, y la torre en la parte más elevada. En este punto el camino se aleja de la costa para superar un profundo barranco. El sendero nos llevará finalmente hasta el Cerro de Vela Blanca, el acantilado más alto del Parque de Cabo de Gata. En su punto más alto tiene una torre vigía del sigo XVIII  para vigilar posibles incursiones venidas de África en forma de piratas berberiscos. Varios carteles explicativos nos ilustran sobre el paisaje que estamos viendo y nos hablan del sendero.

Sendero de Vela Blanca

Aunque desde nuestra situación no lo veamos, en la base del cabo en el que se sitúa la torre está el domo volcánico de Vela Blanca, una masa formada por materiales volcánicos (tobas blancas alteradas) que contrastan con los demás materiales de colores más oscuros (andesitas y dacitas). La zona blanca se asemeja a una gran vela de barco y de aquí es de donde proviene el nombre del paraje.

Vistas desde el Cerro de Vela Blanca hacia Levante

Si emprendiéramos el descenso por la serpenteante carretera que vemos a nuestros pies, llegaríamos al parking de Cala Rajá y, un poco más allá, al Arrecife de las Sirenas. Ya ves que las posibilidades son infinitas y el paisaje tan alucinante que siempre apetece seguir un poco más.

Vistas desde el Cerro de Vela Blanca a Poniente

3. Ver el mar desde los miradores de Cabo de Gata

La mejor opción para los días en los que el mar es frío y ya no apetece estar metido en el agua es contemplarlo y el mejor lugar para ello son los miradores. En Cabo de Gata hay varios y ofrecen imágenes tan increíbles como los lugares que desde ellos se ven. Te quiero destacar tres.

Mirador de la Amatista

Mirador de la Amatista

La carretera que va de Rodalquilar a la Isleta del Moro zigzaguea para adaptarse a los caprichosos acantilados que tiene a sus pies. A medio camino entre ambas localidades encontramos este mirador, uno de los más conocidos de la zona, tanto que siempre encontrarás a alguien asomado y observando el inmenso mar azul contrastando con el rojizo de la tierra volcánica.

Mirador de la Isleta del Moro

Mirador de la Isleta del Moro

A escasos metros de las últimas casas del pueblo se encuentra este mirador que te ofrece la más famosa imagen: por un lado, el mar salpicado de barcas y las casas blancas que parecen sujetar el Peñón que da nombre al pueblo; por el otro, el Volcán de los Frailes y la playa de Los Escullos, con su famosa duna fósil.

Mirador del Arrecife de las Sirenas

Junto al Faro de Cabo de Gata, ya hemos hablado de este mirador que ofrece unas maravillosas vistas del conjunto de chimeneas volcánicas que emergen del mar.

Mirador del Arrecife de las Sirenas

Algo que a mi particularmente me encantó es que todos los miradores tienen elementos decorativos comunes; no se en qué años se debieron acondicionar pero, por su estética calculo que sería en los 80, quizá sea ese aire retro lo que hizo que me gustaran tanto. El vallado es de forja y en todos hay un mosaico de azulejos que muestra un paisaje o componente característico del parque natural.

Azulejos del Mirador de la Amatista

4. Visitar sus pueblos

La Almadraba de Monteleva

Los pueblos de Cabo de Gata te fascinarán tanto como sus payas y sus paisajes naturales, no te puedes ir de la zona sin conocer alguno de ellos: la Villa de Níjar, La Isleta del Moro, Las Negras, Huebro, Rodalquilar o La Almadraba de Monteleva son alguno de los que te hablo en mi artículo Los pueblos que no puedes perderte si vas a Cabo de Gata, no dejes de leerlo si quieres saber más sobre ellos.

5. Conocer la trágica historia del Cortijo del Fraile

El Cortijo del Fraile

Visitar este cortijo, o lo que queda de él, después de haber leído Bodas de Sangre unos días antes, es una de las experiencias que más me marcó en mi estancia en Cabo de Gata.

Este caserío es la representación por excelencia de un cortijo grande, frente a los cortijos  pequeños que predominaban en el Parque Natural Cabo de Gata. En 2010 fue declarado Bien de Interés Cultural, lo que no deja de ser una paradoja, dado el estado ruinoso del edificio. Es una edificación de una sola planta, con estancias construidas alrededor de un patio central, con capilla, cripta funeraria, hornos, cuadras, cochineras y un aljibe.

Al fondo, el aljibe del Cortijo del Fraile

Francisca Cañadas, conocida como Paca la coja, nunca habría podido imaginar, cuando se levantó aquel 22 de julio de 1928, que su boda sería la más famosa de la literatura española. Su padre había concertado un matrimonio que acabó en tragedia. Los hechos fueron conocidos como el Crimen de Níjar, y Federico García Lorca, inspirado por este suceso creó su obra “Bodas de Sangre”. Lorca deja ver las duras condiciones de vida de sus protagonistas, en un medio de poca abundancia y aislado de otros núcleos de población, lo cual fue una constante para las personas que habitaron esta zona a lo largo de los siglos.

No os voy a poner indicaciones sobre cómo llegar porque no sabría, de hecho a día de hoy no sabemos cómo lo conseguimos. Sólo os digo que está a unos 5 km de Rodalquilar y que lo pongáis en vuestro navegador y que disfrutéis del paisaje hasta llegar a él, su visita es una experiencia difícil de olvidar.

6. Visitar las minas de oro de Rodalquilar

Conocer parte de la historia minera de la provincia de Almería es posible en la población de Rodalquilar. En la antigüedad se extraía alumbre de sus montañas y ya en el siglo XIX y XX la explotación se concentró en sus minas de oro.

Lo más alucinante es que puedes recorrer los restos de las instalaciones mineras con libertad, eso sí, lo recomendable es hacerlo con precaución. El escenario no te defraudará, parece sacado de una peli sobre alguna catástrofe tecnológica.

En la entrada del pueblo aún se conservan las antiguas casas del poblado minero, hoy medio derruidas y abandonadas, tan sólo protegidas por vallas. La compañía todavía construyó otro poblado, más cercano a las zonas de extracción, es el Poblado minero de San Diego, en el que llegaron a vivir unas 1300 personas en la época de mayor actividad minera. Hoy queda poco de él y se encuentra vallado para evitar el acceso. Se puede llegar hasta él en coche en 10 minutos, pasando por la parte trasera de los edificios de las minas, por debajo mismo de las cintas por las que pasaba la tierra hasta las trituradoras. Lo más chulo del Poblado de San Diego es el acceso, por un profundo túnel excavado en la montaña.

No te vayas de Rodalquilar sin pasear por la calle Santa Bárbara, con sus antiguas casas de planta baja, paredes blancas y patios delanteros llenos de cactus o comer en alguno de sus pequeños restaurantes.

Otra posibilidad es visitar el Jardín Botánico el Albardinal, 9 hectáreas de extensión con numerosos ecosistemas vegetales de la zona y cuyo acceso es gratuito.

7. Ver sus molinos de viento y sus construcciones hidraúlicas

Molino del Pozo de los Frailes

El árido paisaje de Cabo de Gata está salpicado de molinos, siluetas que nos hablan de cómo, a falta de agua, las fuertes corrientes de la zona se convirtieron en la principal fuente de energía para mover las piedras que molían el trigo. Alguno de los más bellos son el de Fernán Pérez, el de campo de los Genoveses, los dos de la localidad de Agua Amarga (uno en una loma en la entrada al pueblo y el otro en el centro de la localidad, hoy oficina de turismo) y el de El Pozo de los Frailes.

Molino de Campo de los Genoveses

Las norias son también una prueba viviente de los sistemas que se seguían tiempo atrás para conducir el agua, un bien tan escaso en esta zona, hasta lavaderos o balsas donde se almacenaba. En la localidad de El Pozo de los Frailes, camino a San José, puedes ver una de las norias mejor conservadas.

Noria del Pozo de los Frailes

8. Hacer una sesión de fotos en Los Escullos

Los Escullos

No he conocido una zona más fotogénica que Cabo de Gata; constantemente encuentras millones de motivos para disparar tu cámara: su vegetación subdesértica, las espectaculares formaciones geológicas, sus kilómetros de costa sin construcciones, sus pueblos blancos…

Entre todo ello, yo creo que hay tres escenarios típicamente fotogénicos: el Arrecife de las Sirenas, la Iglesia de las Salinas y la duna fósil de los Escullos.

La duna de Los Escullos es una formación oolítica fósil que se formó en la era cuaternaria, hace más de 100 mil años cuando el mar Mediterráneo cubría toda la zona del Parque Natural. Los “oolitos” son pequeñas partículas esféricas que se forman por agregación de carbonato de calcio en capas concéntricas alrededor de un núcleo formado por un grano de arena en los fondos marinos de mares cálidos a poca profundidad. Después el mar, debido a un cambio climático que hizo subir las temperaturas, retrocedió hasta sus actuales límites, dejando al descubierto la gran duna fosilizada. Luego la erosión del viento, la lluvia y el oleaje del mar han hecho el resto, esculpiendo estas caprichosas formas junto al mar.

Estoy segura de que has visto miles de imágenes de esta espectacular duna en Instagram y, si no me equivoco, no te querrás marchar sin tu propia foto, pero ¿en serio es necesario subirse sobre ella para hacerlo? He visto fotos de personas que cometen la imprudencia de situarse encima de esas formaciones, quizá sin ser conscientes del peligro que corren ante la posibilidad de que estas formaciones se fracturen por la acción de su propio peso, aparte de la pérdida de un elemento geológico que la naturaleza ha tardado decenas de miles de años en modelar.

9. Buscar escenarios de películas en Los Albaricoques

Cartel a la entrada de Los Albaricoques

La comarca de Níjar ha sido tradicionalmente un gran plató de cine al aire libre y en ella se han rodado miles de películas, series y videoclips.

En nuestros días por el parque natural encontramos múltiples referencias cinematográficas en muchos de los sitios que visitamos: en la localidad de Lucainena de las Torres, en la playa de Mónsul, en El Cortijo del Fraile… Hay rutas pensadas específicamente para conocer muchos de ellos, incluso parques temáticos que, previo pago, recrean ese tipo de escenarios, el más conocido en el desierto de Tabernas. Yo te propongo visitar un pueblo donde, simplemente paseando por sus calles, revivirás el rodaje de los westerns más famosos, se trata de Los Albaricoques, una barriada próxima al Cortijo del Fraile, y conocida por ser el escenario del rodaje de películas del género western.

La calle que se usó para rodar la entrada al pueblo mejicano de Aguascalientes en «La muerte tenía un precio»

Películas como «La muerte tenía un precio» o «Por un puñado de dólares», rodadas por Sergio Leone en los años 60, convirtieron a Los Albaricoques en un plató natural, en el que incluso la gente de la zona fue partícipe de de esta esplendorosa época al participar como extras.

Carteles con los nombres de las calles en Los Albaricoques

Paseando por el pueblo encontrarás distintos carteles que sitúan los escenarios de las famosas películas del oeste y te sorprenderá comprobar que algunos no han cambiado tanto. El nombre de las calles también hacen referencia a esa época y, si te llevas un sombrero vaquero y un par de pistolas de juguete, puedes pasar un rato muy divertido sintiéndote Clint Eastwood.

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