Qué ver: Largas playas, calas recónditas, formaciones volcánicas y espectaculares fondos marinos en Cabo de Gata.
El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar fue el primer espacio marítimo-terrestre protegido de Andalucía. Debido a los contrastes existentes entre el medio marino, el litoral y el terrestre, a las numerosas especies exclusivas que alberga y a las características propias de uno de los ecosistemas más áridos de Europa, este espacio fue también reconocido internacionalmente por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y Geoparque Mundial.
Los 70 kilómetros de costa del parque natural Cabo de Gata están llenos de playas de todo tipo: urbanas o vírgenes, playas inmensas o pequeñas calas, playas animadas o solitarias, estoy segura de que todo el mundo encontrará exactamente lo que está buscando. Al final del artículo os adjunto un plano para que las podáis ubicar todas. Las que vas a encontrar aquí son mi propuesta, la que se adapta a mis gustos: playas naturales y calas recónditas a las que muchas veces cuesta llegar, pero, cuando lo haces, su belleza compensa todo el esfuerzo. Espero que te sirvan mis recomendaciones e indicaciones y que, cuando estés en ellas te llenen el alma y te roben el corazón como lo han hecho conmigo.
- Playa de los Genoveses
- Playa de Barronal
- Playa de Mónsul
- Cala de la Media Luna
- Cala Rajá
- Cala de los Toros
- Cala San Pedro
- Cala de Enmedio
- Playa de los muertos
Playa de los Genoveses – Cabo de Gata
Desde San José se accede a varias de las playas más conocidas y frecuentadas del Parque Natural: Genoveses, Barronal, Mónsul y Cala de la Media Luna. En verano, el tráfico a todas estas playas está limitado y condicionado a la capacidad de los parking que, además, son de pago. Se cobra 5€ por coche, eso sí, una vez dentro puedes moverte por todas las playas, siempre y cuando haya sitio libre en sus respectivos aparcamientos.
Cuando estuvimos nosotros no funcionaba el servicio de autobús, pero hemos leído que en temporada alta, como los aparcamientos se suelen llenar muy pronto, se habilita un bus desde San José que se convierte en una alternativa y, en ocasiones, casi la única posibilidad para llegar a estas playas.
El origen de su nombre proviene de una flota de doscientas naves genovesas que ayudó a las tropas castellanas en su lucha contra los musulmanes y que desembarcó allí mismo en el año 1.147. Desde entonces, la bandera de la capital almeriense es la misma que la de Génova.
Estoy segura de que nunca olvidaré la primera vez que pisé la arena de Genoveses, es una playa que te abruma por sus dimensiones y por su belleza. Tiene más de 1 km de longitud y ocupa una ensenada natural. Está rodeada de pequeñas dunas donde crece la vegetación típica del Parque. La arena es dorada y fina y el agua cristalina, con una entrada muy progresiva, con deciros que me cansé de caminar agua adentro y no conseguí que me cubriera por completo, eso sí, me acompañaron un montón de peces.
Esta playa está orientada hacia el Este, por lo que cuando sopla viento fuerte de Levante no es agradable estar en ella, eso sí, esos días se llena de aficionados al windsurf y kitesurf así que, si te gustan estos deportes, es tu momento.
No se lo curioso que eres, pero te recomiendo que no te quedes sólo allí donde plantes la sombrilla, si, como nosotros, te la recorres de punta a punta vas a descubrir un montón de atractivos más.
El Morrón de los Genoveses atraerá tu mirada constantemente, con sus 85 metros de altura, este promontorio volcánico que cierra la bahía por el lado sur es casi el icono del lugar. Si te animas a subirlo (no tiene mucha dificultad) tendrás unas vistas espectaculares hacia la Bahía de los Genoveses, el Cerro del Ave María, San José, la Punta del Castillo y el Cuartel de la Guardia Civil. Desde aquí, a través de diferentes veredas podrás alcanzar otras calas de la zona como la Cala de los Amarillos.
Geológicamente hablando, el Morrón es un acantilado donde podemos observar variedad de rocas piroclásticas (fragmentos de roca ígnea volcánica que se solidifica al contacto con el ambiente externo).
El paseo por la arena se ve interrumpido por una impresionante duna fósil y, cuando llegas al extremo norte, la playa parece otra, se vuelve más pedregosa y se llena de eucaliptos. Siempre me han fascinado las playas con árboles, me parece como tener todo lo que me gusta junto y te prometo que esta parte de la bahía de Genoveses no te defraudará, hasta hay un búnker de la Guerra Civil.
Por último, dejadme que os recomiende algo más. En un collado entre San José y el Campillo de los Genoveses se sitúa el Molino del Collado de los Genoveses. El árido paisaje de Cabo de Gata está salpicado de estas construcciones, molinos de viento que, con sus puntiagudos techos (cuando lo conservan), se han convertido en una silueta característica del paisaje. Siluetas que nos hablan de cómo, a falta de agua, las fuertes corrientes de la zona se convirtieron en la principal fuente de energía para mover las piedras que molían el trigo.
Cómo llegar: Si quieres pasar con tu propio vehículo en temporada veraniega, lo mejor será que madrugues, ya he comentado que se accede desde San José a todas las playas de esta zona pagando 5€ y las plazas de aparcamiento se llenan temprano. Otra opción es entrar en bicicleta o caminando (en este caso no pagas nada) o en autobús cuando funcione este servicio. Pero, ¡buenas noticias! aún hay otra forma de llegar y es mi favorita, os lo cuento a continuación.
Hay un camino que parte del sur de San José (al final de las calles Cerro Gordo y la Morra) que rodea el cerro que separa la playa de Genoveses con el pueblo y que en 15 minutos te llevará a la parte norte de la bahía. Es un camino estrecho que transcurre por acantilados por lo que no lo recomiendo para niños muy pequeños o personas con dificultad de movilidad, pero sí para el resto con un buen calzado, eso sí, porque poco a poco te ofrece unas vistas maravillosas de esta espectacular playa y hace que la empieces a disfrutar ya antes de llegar.
Playa de Barronal – Cabo de Gata
Si continuamos en coche por el camino de acceso a las playas , la siguiente que nos encontraremos será la de Barronal.
Si lo que te gusta es la tranquilidad, sin duda esta es tu playa y, por eso, es una de nuestras favoritas. Al encontrarse más alejada del camino de coches que el resto de las playas, está siempre menos concurrida. Su arena es fina y oscura, sin piedras, con una entrada al mar muy progresiva y un espectacular entorno totalmente virgen. Los laterales tienen impresionantes formaciones rocosas de origen volcánico.
Por ponerle un «pero», debo decir que es una de las playas donde sopla más fuerte el viento y es que, sí, el viento es algo que nunca tenemos en cuenta y que, sin embargo, es bastante frecuente en la zona de Cabo de Gata, una de las más ventosas de la Península.
En Internet hay sitios donde dan una serie de pautas para reconocer cuál es el viento que está soplando (Levante, Poniente o Siroco) y recomendaciones para ir a una u otra playa según sea el que atiza ese día. Como no soy una experta ni mucho menos, no puedo hacer ninguna recomendación, nuestra experiencia fue que que el día que sopla Levante fuerte, mejor hacer otros planes que no sean playeros que los hay y maravillosos, te los cuento en mi artículo «Qué hacer en Cabo de Gata si no tienes el día playero» . Más allá de la mala leche que se te pone tras sujetar la sombrilla de mil maneras y no tener éxito, puede ser un componente peligroso, sobre todo cuando es levante fuerte, puesto que puede crear mareas de resaca que arrastran a la persona mar adentro o provocar desprendimientos de rocas en los acantilados.
Para conocer al día el estado de las playas, mapas, pronóstico, sistema de alertas, calendario, noticias, incidencias y seguridad la web oficial del Ayuntamiento de Níjar , turismonijar.es tiene disponible una app para descargar y tener a diario ese tipo de información.
Cómo llegar: avanzando por el camino, junto a él y la caseta del personal de control, encontraremos una zona de aparcamiento señalizado donde debemos estacionar el vehículo. El camino andando hasta la playa es ancho y llano, de unos 800 metros de longitud.
Ya os he comentado alguna vez que estas playas a las que cuesta llegar me encantan, lo primero porque suelen ser mucho más tranquilas y estar mejor conservadas, pero sobre todo porque los caminos son un lujo añadido. Es el caso de la playa de Barronal, un sendero de dunas de arena fina donde crece la vegetación típica de la zona: palmitos, esparto, agaves y mil plantas y flores más y unos escarabajos muy graciosos que, cuando te acercas, se quedan quietos intentando pasar desapercibidos. No me cansé de hacer fotos, casi más que a la propia playa.
Barronal es tradicionalmente la playa naturista de la zona, siendo mayoría las personas que practican el nudismo. He leído que incluso en tiempos pasados, cuando el nudismo estaba prohibido, aquí se permitía su práctica.
Pero la Playa de Barronal aun guarda un secreto que no es conocido por todo el mundo y que quiero compartir contigo, una playa escondida y sólo apta para valientes ¿te atreves?
Si sigues andando por los acantilados costeros que se encuentran en el extremo norte de la playa, tras andar unos minutos por las rocas, subir y bajar por ellas y sortear algún entrante de mar, se abrirá ante tus ojos una playa solitaria con las formaciones volcánicas más increíbles que te puedas imaginar. Creo que es conocida como Playa del Paredón y llegar a ella, incluso bañarse frente a su orilla completamente sola fue una de las experiencias más emocionantes que he vivido.
No soy una persona temeraria, no me atrevería a contarte esto si no pensara que es posible pasar con seguridad, pero debo advertir que dependerá mucho de la marea, de las condiciones climáticas (ya he hablado de los días de fuerte viento), del estado de forma de cada uno y que, como recomendación fundamental aconsejo pasar con un buen calzado. Si lo haces, por favor, cuéntame la experiencia, espero que sea tan alucinante como lo fue para mí.
Playa de Mónsul – Cabo de Gata
Es, junto con Genoveses, la más famosa del Parque Natural, mas aun cuando esta ha aparecido en multitud de películas, series y videoclips.
Para Las aventuras del Barón Münchausen (Terry Gillian, 1988) se construyó allí un campamento turco y parte de la fachada de una supuesta ciudad que estaba siendo asediada. La batalla final y el naufragio de los protagonistas también se rodó en esta playa.
El arqueólogo más famoso de la historia del cine y su padre se dejaron ver por la playa de Monsul en Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989). Su enorme roca a la orilla del mar se ha hecho célebre por aparecer en una de las escenas más emblemáticas de la película, aquella en la que Sean Connery espanta con su paraguas a un montón de gaviotas (que en realidad eran palomas) y que luego hacen perder visibilidad al piloto nazi, que se estrella contra las rocas.
En La historia interminable (Wolfgang Petersen, 1984), el personaje de Atreyu despierta en esta playa tras caer de su caballo.
En Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002), el personaje de Darío Grandinetti descansa en esta playa, que simula ser la costa de Jordania.
El Viento y el León (John Milius, 1975) rodó en esta playa varias escenas de una lucha a caballo, cuando Sean Connery salva a Candice Bergen y a sus hijos.
Si quieres conocer más cosas sobre los escenarios andaluces de cine puedes visitar andaluciadestinodecine.com de donde he sacado esta información.
Llama la atención la enorme duna viva de fina arena que tiene a sus espaldas y por su enorme roca, la famosa lengua de lava, que invade parte de la playa y el agua. En los laterales, y no menos impresionantes, paredes de lava que caen sobre la playa con formas increíbles. Lo cierto es que cuando estás en Mónsul no sabes dónde mirar porque cada formación te impresiona más que la anterior.
Los acantilados de Mónsul están formados por aglomerados volcánicos. Son materiales que tienen su origen en las erupciones submarinas que tuvieron lugar hace entre 10 y 12 millones de años.
La llamada Ola solidificada de Mónsul representa un ejemplo magnífico de este proceso, además de mostrar una fuerte erosión provocada por elementos marinos sobre estos materiales, formando curvas convexas y dando lugar a curiosas formaciones.
Como en el caso de sus playas vecinas, la arena es fina y dorada, el agua muy clara e ideal para practicar snorkel.
Cómo llegar: como en el caso de las dos anteriores, se puede llegar hasta su parking pagando 5€ por coche. Es la que se encuentra más lejos de cualquier punto en el que se pueda dejar el coche, así que algún día te tocará madrugar o probar suerte a última hora de la tarde o al mediodía, en esos momentos vimos que había más movimiento de coches.
Cala de la Media Luna – Cabo de Gata
Su nombre proviene de su forma, una media luna de arena fina y gris, con formaciones rocosas de poca altura de material volcánico a ambos lados.
Cómo llegar: el parking de Mónsul es el punto más alejado al que puedes llegar en coche, acercarte esta cala es muy fácil desde él. En tan sólo unos 8 minutos andando por un sendero delimitado por unas cercas de madera estarás en ella.
Cala Rajá – Cabo de Gata
Esta es la cala situada más al sur de todas las que os voy a recomendar. No se si a ti te pasa como a mí, que cuando estoy en un lugar nuevo y alejado de Zaragoza, donde vivo habitualmente, me visualizo en el mapa de España y me emociona pensarlo, pues bien, cala Rajá está en un lugar que pone los pelos de punta. A menos de 3 km está el Faro de Cabo de Gata y el conocido Arrecife de las Sirenas, por lo que puede ser el complemento perfecto para un día de turismo por la zona, te lo cuento en «Qué hacer en Cabo de Gata si no tienes el día playero».
Su ubicación es privilegiada, pues se encuentra entre la zona de especial protección marina de la Punta de Cabo de Gata y el Cerro del Vela Blanca, zona de especial protección terrestre. La arena es muy fina y en la entrada al agua hay piedras de tamaño mediano que pueden molestar un poco, pero el agua es tan clara y transparente que hasta ves dónde pisar.
A pesar de ser pequeña, se dice que, al estar alejada de la mayoría de poblaciones, suele ser una cala más tranquila, para nosotros lo fue todos los días que estuvimos, pero ¡ya sabes! esto de la tranquilidad es relativo según la época del año y el día de la semana que te muevas. También hemos leído que, por su orientación, cuando sopla Levante, está algo más resguardada, tengo que desmentirlo: un día de los que estuvimos el viento era increíblemente fuerte y, aun así, la tenemos entre nuestras favoritas y repetiríamos mil veces.
Lo que para mi la hace especial es el relieve que la rodea, acantilados y curiosas formas cálcicas en sus extremos: los oolitos, dunas fósiles de un color más claro que la roca de la zona, un espectáculo cuando lo observas desde el agua. Si esto fuera poco, desde ella se observa el arrecife del Dedo de Dios, que emerge de las aguas transparentes y cuyo origen es una antigua chimenea volcánica.
Cómo llegar: el camino en carretera a Cala Rajá transcurre por una de las zonas más extraordinarias del Cabo, pasarás por las Salinas de Cabo de Gata, el Faro y el Arrecife de las Sirenas, puntos imprescindibles que te explico en otro artículo.
Una vez hemos pasado junto a la Fabriquilla, seguimos por la carretera que se dirige hacia el Faro. Unos 200 metros antes de llegar a él, encontrarás un desvío que se dirige hacia la izquierda (no verás ninguna indicación, es la ALP-822) sabrás que vas bien si nada más tomarlo ves unos edificios llamados Aula del mar. La carretera discurre serpenteante entre acantilados, el mar azul intenso a la derecha y la vegetación desértica típica a la izquierda. En unos seis minutos llegarás a una zona de parking con poca capacidad y un cartel que indica la Cala (un poco más abajo hay otro parking pero el camino está en tan mal estado que no es recomendable bajar). También verás una barrera oxidada que nosotros encontramos levantada y que lleva a Vela Blanca, si te queda tiempo tras tu jornada playera te recomiendo que subas, te lo cuento en mi otro artículo.
Ya sólo queda descender a pie los 20 metros de desnivel que hay hasta la playa. Puedes hacerlo por los dos extremos y ambos caminos tienen sus ventajas e inconvenientes. En principio, yo te recomiendo hacerlo por el de la derecha cuyo inicio está un poco escondido y es estrecho pero pronto se convierte en un paseo alucinante sobre formaciones de lava blanca con piedras rojas sobre ella.
El otro camino es el que se ve más, se extiende por delante de nosotros y baja hasta el mar, pero tiene algún tramo peligroso, muy estrecho y con piedras sueltas. El día que fuimos con viento fuerte, al intentar bajar por aquí nos zarandeaba de una forma muy peligrosa y, desde luego no lo veo seguro para niños o personas muy mayores. A pesar de ello, si vas con un buen calzado y no hace viento, desde aquí tienes las vistas más alucinantes de la cala y de los preciosos acantilados que rodean el Dedo de Dios.
Si has llegado hasta Cala Rajá no debes marcharte sin visitar Cala Arena.
Cómo llegar: desde Cala Rajá en apenas dos minutos en coche por la misma carretera que hemos llegado (la que regresa dirección al Faro). Junto a la carretera hay espacio para dejar unos pocos coches y desde ahí se ve ya la cala, sólo tendrás que descender por el camino para llegar a ella en menos de 5 minutos.
No le dedico un apartado porque no me parece una cala cómoda para pasar todo un día de playa ya que, a pesar de lo que su nombre indica, es de piedras gruesas. Debo decir que nosotros la encontramos así, pero he visto fotos donde tenía una franja de arena fina.
A pesar de ello, es imprescindible acercarse a ella para acabar de comprender por qué el Cabo de Gata es el espacio protegido de mayor envergadura del Mediterráneo habiendo obtenido el reconocimiento internacional de Geoparque, un territorio con una importancia geológica singular y famoso entre los geólogos de todo el mundo por el modo en que la vulcanología se manifestó en esta tierra.
Desde aquí podrás ver el Domo de Vela Blanca, con su forma de cúpula que se formó al solidificarse la lava en la propia boca del conducto. Su color blanco se debe a una alteración de los materiales volcánicos. También verás disyunciones columnares, prismas regulares que se formaron a partir de grandes volúmenes de lava que se enfriaron muy lentamente contrayéndose de forma desigual que fueron aprovechados como adoquines en pequeñas canteras hoy abandonadas.
Cala de los Toros
Muy cerca de La Isleta del Moro se encuentra esta pequeña cala que nos cautivó por su aspecto salvaje y su espectacular acceso.
Cómo llegar: a cuatro minutos de la Isleta del Moro dirección Rodalquilar, un poco antes de empezar el ascenso hasta el Mirador de la Amatista, a la derecha de la carretera hay un aparcamiento como para unos doce coches. Desde aquí empieza el camino de 700 metros que debemos hacer andando, al principio suave y cómodo, pero después se estrecha y empieza a ser de pendiente más pronunciada. Aquí viene la sorpresa, la última parte del camino transcurre entre un sorprendente bosquecillo de pinos y palmeras. Creedme, es una zona preciosa que casi parece un decorado de la serie Perdidos y que sorprende por ser poco habitual en la zona.
La playa es de diminutas piedrecitas negras de esas que no se pegan nada a la piel y está llena de piedras mas gruesas entre las que hay que ir buscando hueco para plantar la sombrilla. La entrada al agua también tiene piedras por lo que en ella son muy útiles los escarpines para proteger los pies, el agua fresca y espectacular. En ella la tranquilidad está garantizada porque la escasa capacidad del parking y la ausencia de caminos alternativos para llegar garantizan estar prácticamente solos.
Cala San Pedro
Es la cala más desconcertante de todas las que recorrimos en el Cabo de Gata. Para mí, tiene los mismos motivos para amarla que para odiarla y te voy a contar por qué.
San Pedro era una población que llegó a tener según algunos registros cerca de 200 habitantes, los cuales vivían de la pesca y agricultura. En los años 60 este asentamiento fue abandonado por la emigración, aislamiento y falta de oportunidades. La peculiaridad actual de este espacio natural y el motivo por lo que es tan conocida es la comunidad hippie que vive en esta playa desde hace más de 40 años. Esta comunidad supo encontrar en el aislamiento del lugar, la presencia de un manantial de aguas constante y los restos de antiguas cortijadas y cuevas, las razones para vivir en ella.
En la misma cala podemos ver las ruinas del Castillo de San Pedro. La primera construcción del castillo se remonta a finales del siglo XV, después de la reconquista de los reyes Católicos, donde se apostó una tropa para vigilar la playa de los ataques de los piratas. En el siglo XVI se le añadió una torre que aún se conserva. En los siguientes siglos se fueron añadiendo estancias a la torre y a partir del siglo XVIII se utilizó como cárcel. El castillo cayó en desuso en el siglo XIX y se ha ido deteriorando poco a poco. Hoy en día no se puede entrar, unas vallas impiden el acceso, por peligro de derrumbe y aún no hay ningún plan de restauración para mantenerlo.
Cuando vas llegando a la cala por el camino, la primera imagen que se tiene desde lo alto de los acantilados es la de un lugar idílico y de gran belleza, con sus aguas turquesas contrastando con el verdor del valle. El último tramo del camino se adentra ya entre la vegetación, las primeras casas y, lo que no me esperaba, las primeras tiendas de campaña. Y es que esta fue la sorpresa negativa: la ladera mas cercana a la playa y toda la arena se encontraba repleta de tiendas de campaña con jóvenes recién amaneciendo tras una noche de juerga. Debo decir que, sin saber esto, cometimos el error de ir un domingo, pero me temo que esto será común en temporada veraniega. No es que me moleste que los jóvenes se diviertan, si me imagino yo aquí hace 25 años me hubiera parecido un planazo, el problema es el choque que supone encontrar esto en un Parque Natural, la invasión excesiva (os aseguro que no quedaba hueco libre en la arena) y sobre todo los problemas de salubridad que esto puede acarrear. Nosotros pudimos esquivar el tema desplazándonos al extremo sur de la playa, caminando un buen rato sobre rocas hasta encontrar un trocito de arena a un metro del mar en el que estuvimos de lujo. Desde nuestro trocito de playa particular fuimos viendo cómo, a lo largo de la mañana, la mayoría de tiendas de campaña que estaban en la playa se fueron retirando para dejar paso a montones de toallas.
A pesar de estos puntos negativos, debo decir que me enamoré de la limpieza del agua de Cala San Pedro, con un color turquesa como el de las playas tropicales. La arena es fina y blanca, con algunas piedras dispersas que no son ninguna molestia para el baño y es la que hace que el mar se vea mucho más claro que en el resto de calas. A esto se sumó un día de mar en calma, el agua a un metro y yo, que normalmente ya no salgo del agua, ¡os podéis imaginar! estuve todo el día a remojo. Además, es un lugar donde se ha establecido un sistema de convivencia basado en la diversidad y el respeto a los demás lo cual también me gusta. Como resumen de mis sensaciones me encantaría dar a Cala san Pedro otra oportunidad fuera de la temporada veraniega, presiento que quizá ahí el idilio será total.
Cómo llegar: la localidad más cercana es Las Negras, podemos llegar en coche hasta el principio del camino siguiendo la calle Aguillas hasta el final. Una opción es dejar el coche donde termina la calle asfaltada y empieza el camino de tierra, pero no os lo recomiendo. Se puede pasar con el coche, aunque el camino esté un poco mal (sobre todo al principio), nos evitaremos un buen trecho, teniendo en cuenta que después aún nos quedan otros 2 km de caminata. En unos 15 minutos llegaremos a un parking y emprenderemos el camino andando que nos llevará unos 40 minutos por una senda estrecha que buena parte transcurre junto a acantilados. Por esta razón, no es un camino apto para todo el mundo.
Otra posibilidad es llegar en barco desde Las Negras. Hay una especie de servicio de lanchas taxi que se pegan todo el día llevando y trayendo gente, nosotros no lo utilizamos, he leído que el precio es 12€.
Cala de Enmedio – Cabo de Gata
Empiezo declarando Cala de Enmedio como mi cala favorita de Cabo de Gata y ¡mira que es difícil quedarse con una! Son varias las razones para ello pero la que más pesa es de las que no se puede explicar: es de una belleza extraordinaria y fue un amor a primera vista.
Cómo llegar: quiero empezar por aquí porque estoy convencida de que la dificultad para llegar a ella tiene mucho que ver con que mantenga su belleza. De todas las que visitamos es a la que más nos costó llegar y, sin embargo, la que más mereció la pena. La localidad más cercana es Agua Amarga y hay una forma de llegar desde ella pero en distancia es igual a la que usamos nosotros, aunque con mayor desnivel.
Si vienes del sur, una vez llegas a Fernán Pérez hay que tomar el desvío a Agua Amarga y, más adelante, seguir las indicaciones para Cala del Plomo ya que, para llegar a Cala de Enmedio hay que llegar hasta esta otra cala, que también es estupenda. En este punto ya se indica que quedan 7 km hasta el parking de cala del plomo, ¡ojo! por un camino de tierra que cuesta recorrer unos 20 minutos.
Dejaremos el coche en el parking de Cala del Plomo y buscaremos el camino de acceso. Tengo que advertir que no es fácil dar con él ya que no tiene indicación alguna. Para encontrarlo, no tienes que llegar hasta la arena de Cala del Plomo, sino que el camino empieza en el lado izquierdo unos 200 metros antes de llegar a la playa. Os pongo a continuación una foto del inicio del camino que espero os ayude, la pista que te indicará que vas bien son unas marcas pintadas en varias rocas de color azul y blanco.
Ya habrás descubierto que me encanta pasear así que en este caso también disfruté del camino con poco desnivel, sobre todo en la primera parte llena de plantas de esparto. Eso sí, no hay ni un metro de sombra, es un trayecto de media hora a pleno sol, algo a tener en cuenta a la hora de escoger la hora de llegada o de vuelta en verano.
Cuando llegas, olvidas de golpe el esfuerzo. La arena es finísima y el agua cristalina con una entrada muy progresiva. Pero lo más llamativo son las dunas fosilizadas de los laterales que se han ido creando por la erosión, de un color blanco radiante cuando les da el sol y un verde claro increíble cuando atardece. Hay grandes superficies planas de este material y podrás recorrerlas y alucinar descubriendo sus increíbles formas.
Si aun no te he convencido, quizá te guste saber que el periódico The New York Times la destacó en un artículo en el que hablaba del parque como un paraíso de la costa mediterránea.
Playa de los Muertos – Cabo de Gata
Esta impresionante playa abruma por su tamaño y es, sin duda, otra de las más conocidas. Su sonoro nombre se debe a que el mar devolvía a esta playas los cuerpos de piratas, comerciantes y marineros que naufragaban, todos ellos eran arrastrados hasta aquí por las corrientes que existen en la zona.
La arena está compuesta de piedrecillas que van haciéndose más finas a medida que nos acercamos a la orilla. El agua es clara y la entrada tiene bastante desnivel y enseguida cubre, esto es consecuencia de la fuerza con la que las olas rompen en la playa y arrastran el fondo marino. Es peligrosa con viento fuerte de Levante y un espectáculo ver sus enormes olas entrar muchos metros playa adentro creando una espuma blanca.
Es una de las más concurridas y una de las que encontramos más llena a pesar de que fuimos en una época tranquila en general.
Cómo llegar: cuando nosotros fuimos no se pagaba por dejar el coche en su parking pero lo habitual en época estival debe ser que cobren 5€ por coche. Está a medio camino entre Agua Amarga y Carboneras y localizar su aparcamiento no tiene ninguna dificultad. A partir de ahí, deberás recorrer al camino durante unos 15 minutos con una bajada muy pronunciada para alcanzar la arena.
Quizá eches de menos alguna que otra playa muy conocida de Cabo de Gata como el Playazo de Rodalquilar, los Escullos o sus playas urbanas. Todas tienen su encanto y pueden ser perfectas según el día, la época del año en que viajes o los gustos que tengas. Esta es mi selección, espero que te guste y te ayude a crear tu propia aventura por este paraíso almeriense.