Nuestra ruta de hoy coincide exactamente con la cuarta etapa del GR 262 Río Martín. Es posiblemente una de sus etapas más atractivas y con más variados puntos de interés: formaciones geológicas, huellas de dinosaurios, pasarelas colgadas sobre el río y conjuntos de pinturas rupestres.
Punto de Partida Aragón se ha propuesto recorrer completo el GR 262 y sus variantes para poder contártelo después, desde nuestro punto de vista.
Aunque a día de hoy llevamos recorridos unos cuantos kilómetros ya, aún nos quedan muchos caminos para completarlo y, hasta que llegue ese día, he querido compartir esta etapa completa porque creo que recoge muy bien la esencia de este gran sendero.
El GR 262 se creó en 2015 gracias al impulso del Gobierno de Aragón a su red de senderos y, en concreto, a los Grandes Recorridos, como oferta senderista de calidad en Aragón. Reúne senderos anteriores en un itinerario homogéneo, en cuanto a su trazado y señalización, y sorprende desde el punto de vista paisajístico, natural y cultural. Buena parte del mismo atraviesa el Parque cultural del río Martín, un espacio que posee el distintivo de Itinerario Cultural Europeo gracias al conjunto de pinturas rupestres que alberga, declaradas Patrimonio de la Humanidad.
El recorrido une las localidades de Peñarroyas y Obón y, por supuesto, puedes empezarlo en la que quieras. En total son 9,6 km que pueden recorrerse en 3 h. y 15 min. sin paradas, aunque nosotros empleamos muchísimo más porque nos gusta hacer nuestras pausas y disfrutar con calma de todo.
Empezaré contándote un secreto: en realidad realizamos la etapa en dos jornadas distintas. Aunque en este artículo narraré el recorrido de forma lineal para que sea más claro, lo hicimos en dos días partiendo el primero desde Peñarroyas y el segundo desde Obón, llegando hasta el punto donde nos habíamos quedado el primer día.
Como sabes, batir records no es lo nuestro y, como no tenemos posibilidad de contar con un coche que nos recoja al final del recorrido, hacer los casi 20 km de ida y vuelta de la etapa completa nos parecía incompatible con nuestra pachorra «disfrutona».
La imagen de Peñarroyas y su entorno es para no perdérsela. Sus casas rojizas construidas con la misma piedra de rodeno de los enormes peñascos que la rodean entre el verde de la vegetación de la vega del río Martín es una imagen maravillosa.
No es la primera vez que acudimos aquí, puedes conocer otra ruta que parte de este pueblo leyendo De Peñarroyas al Barranco de la Cingla, de hecho, el principio del recorrido coincide en ambos casos hasta el Mirador del Portillo. En la plaza encontrarás las señales que indican todos los recorridos. Hoy nosotros debemos seguir las marcas blancas y rojas del GR 262 dirección Obón, así que no hay pérdida.
Poco a poco nos vamos elevando y alejando de las casas hasta llegar al Mirador del Portillo, encrucijada de donde parten varias de las rutas, y donde, como ya te he dicho, seguiremos dirección Obón por el sendero principal (derecha).
Un poco más adelante tenemos la opción de tomar el desvío hacia los Pozos Boyetes y un yacimiento de icnitas (huellas de dinosaurios), lo dejamos para otra ocasión, hoy tenemos mucho recorrido por delante.
Caminaremos rodeados de palomares en lo alto de los montes que nos rodean y pronto aparecerá ante nosotros un hermoso paisaje, con la imagen a lo lejos de los primeros estrechos del río Martín que pronto atravesaremos.
El sendero nos lleva a descender hasta el valle y salvar el cauce del río por una pasarela metálica llamada pasarela de Santa Quiteria.
Nosotros hacemos el recorrido en verano, por lo que en principio el río no nos va a plantear problemas. Si se hace en otras épocas del año, hay que consultar el estado del cauce antes de hacer el camino, el río Martín no es un riachuelo insignificante por lo que hay que tenerle el debido respeto.
Tras un pequeño trecho entre bancales de cultivo, caminaremos ya acompañando al río Martín, a veces literalmente junto a él. Iremos encontrando sirgas y asideras metálicas en la roca, así como algún tramo más de pasarelas de madera cuando exista dificultad de paso. Este tramo fluvial es otro de los que se puede ver afectado por crecidas y riadas, por lo que tendremos que estar atentos a los avisos antes de empezar la excursión.
Abandonamos la compañía del río y llega el tramo más duro, siendo aún así asequible. En constante ascenso y zigzag, y a pleno sol, nos lleva a coronar el collado de la Rocha.
Desde ahí el camino bajará para encontrarnos con los dos abrigos de arte rupestre levantino de esta cuarta etapa del GR 262: El Cerrao y Hocino de Chornas. Las cavidades están cerradas con rejas y hay unos pequeños paneles que ayudan a localizar las figuras.
Diez minutos separan ambos abrigos. Las pinturas de El Cerrao se ven sorprendentemente bien. Más difícil es localizar las de Hocino de Chornas, pero su ubicación en plena pared rocosa vertical y el hecho de tener que trepar por una escalerilla metálica de uno en uno para intentar verlas ya merece la pena.
El camino regresa a partir de aquí a la ribera del Martín y ya hasta el final va a caminar a su lado, más o menos cerca. Como no hay camino sin aventura, la nuestra consistió en encontrar un montón de vacas sueltas en esta parte del recorrido, algunas literalmente en el camino (como ves en la foto), sin espacio para organizarnos el paso los tres (nosotros dos y la vaca).
Llegamos a la Fuente del Batán y su área recreativa, donde encontrarás una mesa y bancos de madera entre sombra por si quieres hacer un alto en el camino.
Hay un par de puentecitos de madera para cruzar el cauce y el que está a la altura de la Fuente del Batán es absolutamente sorprendente. Me atrevo a decir que es la pasarela más bonita de todo el GR 262. Para solventar el paso sobre el río se aprovechó la caída de dos grandes chopos, sobre los que se clavaron tablillas de madera. Lo alucinante es que los árboles, al mantener aún parte de sus raíces en la tierra, no han muerto, sino que siguen brotando, de forma que tenemos el único puente-árbol doble vivo del mundo (que yo conozca).
Tras caminar un buen tramo más junto al río, el camino asciende suavemente para acceder a Obón, donde termina esta cuarta etapa del GR 262, aunque no nuestra jornada. Como siempre, apetece pasear por sus calles y descubrir lo que esconde este pequeño municipio de las Cuencas Mineras. Muy llamativo es su ayuntamiento que a mi se me antoja que tiene un cierto aire andaluz, tan blanco y con esa campana en lo alto.
La vista de las casa del pueblo sobre la ladera es la imagen que nos despide hoy, a la espera de volver para seguir el GR 262 dirección Alcaine, que ya deseamos recorrer pronto.
DISTANCIAS HASTA EL INICIO DE LA RUTA (Peñarroyas) | |
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Zaragoza | 118 km |
Huesca | 191 km |
Teruel | 84 km |